Page 7

AEROPLANO 32

calidad. Por ello los aeróstatos, tanto militares como civiles que primero surcaron los cielos de España, tenían su origen en Francia. Y allí había un Ateliers de Constructions Aèronautiques, dirigido por su propietario el destacado ingeniero y aeronauta del Aeroclub de Francia, Maurice Mallet. A él le fueron encargados todos los globos que fue adquiriendo Jesús Fernández Duro (Alcontán; Avión; Cierzo y Huracán); igualmente los primeros con los que se dotaron el Real Aeroclub de España, o los aeronautas Eduardo Magdalena o el Marqués de la Rodriga. Aquellos aeróstatos de diferentes capacidades de gas, eran de forma completamente esférica, y estaban construidos en tela de algodón extrafuerte barnizado; parecían de tafetán. Una válvula de caoba se hallaba en la parte superior, la cual, por medio de una cuerda que comunicaba con la barquilla, podía abrirse y cerrarse a voluntad de quien lo pilotara. Los muelles de esta válvula eran de caucho, elásticos, para evitar los inconvenientes de los metálicos, que al contacto con las capas atmosféricas, se electrizaban, y al roce de su movimiento se producía la chispa, que a su vez podría ser causa de explosión del globo. El globo iba recubierto de una fuerte red de cáñamo, que desempeñaba un importante papel, en el momento de llenarlo de gas, contrapesada con sacos de arena (en algunos momentos habían sido precisos varios hombres que se colocaban en derredor del globo, se agarraban fuertemente a las mallas, e iban soltándolas para asirse a otras de más abajo, conforme crecía el volumen del aeróstato y al concluir la inflación se procedía a la fijación a la barquilla convenientemente lastrada con sacos de arena de 15 kilos de peso cada uno), que hacían que poco a poco el globo, llenándose de gas, fuera tomando su forma, equilibrada dentro de la red. Dicha operación era algo lenta; duraba más de hora y media. La barquilla más común era de mimbre, muy fuerte, de un metro y veinte centímetros de altura, capaz para cuatro personas, y en ella por la parte exterior se colocaban los saquitos de la arena que serviría de lastre y los demás menesteres propios para los viajes. Los aparatos que llevaban eran: barómetro, brújula, termómetro, anteojos, y un estatóscopo, inventado por el capitán Rojas, que servía para apreciar en cada momento el ascenso o descenso del globo. Se trataba de un aparato de gran sencillez: unos tubos comunicantes que iban a un recipiente, y que el líquido que en ellos se contenía subía o bajaba conforme a la presión que la atmósfera ejerciera. Además, en el equipo llevaban lámparas eléctricas para poderse alumbrar durante la noche. El modo de maniobrar se efectuaba, o arrojando lastre (la arena de los saquitos) cuando se quería subir, o tirando de la cuerda que comunica con la válvula y la abre, permitiendo que escape el gas, en el caso de descenso. Así como en la parte superior llevaba la válvula de contención o escape de gas, a voluntad del piloto, en la parte inferior todos los globos llevaban una manga cuya principal misión era de dar entrada al gas para llenar el globo. La manga tuvo a lo largo de los años distinta configuración interior. Inicialmente, tal y como se observa en las fotografías más antiguas, tras el inflado del globo se le anudaba una cuerda para impedir la salida del gas, por lo que no debería dársele otra función, lo 5 Alcotán iniciando ascenso. Alfredo Kindelán Duany.


AEROPLANO 32
To see the actual publication please follow the link above