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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 332

i n f o r m e estabilidad militar europea los pasados 20 años. Por ello, y dada la importancia del Tratado sobre las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) para los intereses de seguridad propios y compartidos, la OSCE ha iniciado un proceso de reflexión sobre la conveniencia de retomar la negociación con la Federación Rusa de un nuevo Tratado jurídicamente vinculante y que contenga como elementos operativos esenciales: revisión de límites y categorías de armamento convencional —centrándose más en las capacidades que en los arsenales—, el intercambio de información sobre existencias, así como un régimen efectivo y eficiente de verificación a través de inspecciones —que incluya nuevos medios (UAVs) y compartir capacidades de verificación—, todo ello basado en los principios de predictibilidad, reciprocidad, transparencia y respeto a la indivisibilidad de la seguridad en el continente. La OSCE también está trabajando en la modernización del Documento de Viena para actualizar las medidas de fomento de la confianza y la seguridad, con el fin de adaptarlas a los nuevos parámetros que definen el nuevo entorno de seguridad. Algunas propuestas impulsadas por la organización contemplan reforzar los mecanismos de reducción de riesgos, aumentar la transparencia militar, despliegue de misiones neutrales preventivas para evaluación de riesgo de conflicto, prevenir incidentes militares, mayor efectividad de las actividades de verificación del cumplimiento de MFCS y otorgar competencias a la OSCE para resolver discrepancias. Si bien hay algunos estados participantes que piensan que un Documento de Viena reforzado podría reemplazar al Tratado FACE, en opinión de la mayoría esta circunstancia podría desvirtuar el objeto de ambos instrumentos que, aunque son complementarios, tienen fines diferentes y además, sería rechazado por Rusia que prefiere una revisión del Tratado que tenga en cuenta los nuevos despliegues de fuerzas y armas en Europa. Tampoco se puede perder de vista el Tratado de Cielos Abiertos, herramienta muy útil para confirmar la información facilitada sobre el tamaño y las instalaciones de las fuerzas armadas de los países participantes OSCE. La ambigüedad en su cumplimiento por Rusia, que parece buscar en este Tratado un complemento a sus pretensiones, es objeto de críticas por parte de muchos estados de la OSCE que reclaman la totalidad de la observación de sus disposiciones, por lo que se revisarán los términos de su aplicación. La OSCE es el único marco multilateral para discutir los problemas de seguridad de euroatlánticos, euroasiáticos y euromediterráneos, donde Rusia ha suscrito las normas y principios comunes, y participa activamente en igualdad de condiciones con otros países. La Organización mantiene la importancia del punto de vista de Rusia en las conversaciones sobre el futuro de la seguridad europea. Si bien la actuación de Rusia en el sureste de Europa ha vulnerado gravemente los principios del Acta de Helsinki, las principales organizaciones internacionales creen que la OSCE es el marco apropiado para continuar el necesario diálogo político con Rusia, con el fin de mantener sus compromisos en los procesos de control de armamento y la aplicación de las MFCS, así como su concurso en áreas de interés común, como puede ser la crisis económica, los refugiados y la erradicación del extremismo y el terrorismo. La OSCE ha compartido misiones de prevención, estabilización y rehabilitación postconflicto con las principales organizaciones internacionales, como Naciones Unidas, Unión Europea o la OTAN (Bosnia- Herzegovina, Kosovo, FYROM, Afganistán, Cáucaso Sur, etcétera). A diferencia de esas organizaciones internacionales, la OSCE no está diseñada para intervenir y participar en la resolución de los conflictos ya en marcha, ya que su actuación se basa en el enfoque preventivo y postconflicto. No obstante, con el apoyo de ciertas capacidades proporcionadas por esas organizaciones la OSCE está preparada para aportar su experiencia en operaciones de mantenimiento de la paz, desarrollando tareas relacionadas con las actividades de prevención, mediación y consolidación de la paz, por ejemplo en regiones donde existen los denominados «conflictos congelados», como Nagorno- Karabaj, Moldavia o Georgia. Para continuar jugando un papel eficaz en la estabilización del conflicto en Ucrania y relajar la tensión entre Rusia y Occidente, la OSCE está adaptando sus procedimientos de respuesta ante situaciones de seguridad complejas, además de potenciando sus instrumentos y capacidades propias de respuesta rápida ante conflictos. Mantenimiento de listas de personal desplegable, almacenamiento de equipos, capacidad de planeamiento, misiones predespliegue para informar a los órganos de decisión, coordinación con otras organizaciones internacionales para apoyo de personal y equipo, son algunos de los elementos en los que la OSCE trabaja para reforzar sus capacidades de actuación en los conflictos, desde la alerta temprana a la gestión de crisis y la rehabilitación postconflicto. La OSCE necesita dotarse de un estatus legal que actualmente no tiene, circunstancia que, por ejemplo, limita la capacidad de despliegue rápido de personal sin privilegios e inmunidades en los países anfitriones. Esta indefinición no permite una completa institucionalización de las estructuras, dependiendo siempre de las presidencias en ejercicio para la formalización de sus actividades. Como consecuencia, son las presidencias las que priorizan las actividades de la organización pudiendo existir, o no, coherencia en el tiempo e intereses. Para resolver esa falta de personalidad jurídica, la OSCE está negociando acuerdos 54 Revista Española de Defensa Octubre 2016


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