El vigia

REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 861

Hace 100 años Nacimiento Barcelona 18 marzo 1917 Hijo de doña Encarnación Arteman Cardá y del conocido empresario automovilista don Alfonso Llobet Bosch, ha nacido un niño que se llamará José María. Nota de El Vigía: José María Llobet Arteman, acabado el bachiller, preparaba el ingreso de ingeniero industrial cuando el estallido de la guerra civil y el terrible asesinato de su padre, junto a su madre y dos hermanas, pudo abandonar Barcelona y a través de Francia, alcanzar San Sebastián y Sevilla, donde se alistó voluntario en el Primer Batallón de Milicias con el que, siempre en primera línea, interviene en las duras peleas del frente de Madrid. Deportista del motor como era, le “tira” la Aviación y el 15 de agosto tras pasar por Tablada se incorpora a la Escuela Elemental de Badajoz donde, a aquel alumno inquieto, apasionado, de baja estatura, lo apodan “El turuta” que lo definiría de por vida; –cree, que el autor fue “El maño” Ripollés–. Finalizado el curso de Transformación en El Copero, es promovido a alférez de complemento y destinado al primer Grupo de Cadena (1-G- 2), dotado de los esbeltos He-51, que si los alemanes habían desechado para la caza, como avión de asalto y cooperación con la infantería resultaba extraordinario. Navegando en aguas de Menorca en el Xano.Xano II (“Despacio-Despacio II”), el “Turuta” me contó sus recuerdos como aviador en la guerra: A los que mejor se nos había dado el curso, desde Sevilla, fuimos en tren a Zaragoza. presentándonos a el vigía Cronología de la Aviación Militar quien había de ser nuestro jefe, al comandante Muñoz. Un profesional de ganado prestigio, cariñosamente conocido –dada su baja estatura– por “el Corto”. Tenía 30 años y aunque nosotros rondábamos los 18 o 19, no nos parecía “viejo”. Como un padre, hacia mucha vida con sus pilotos; era rígido pero si era preciso, los defendía “a capa y espada”. Nos explicó cómo volaba y lo bien que lo hacía aquel biplano de 750 cv.(ten en cuenta –puntualizaba- que la Bücker y el Breguet XIX que habíamos volado en la Escuela, tenían 105 y 513 cv) Tras veinte días de prácticas de cadena, nos trasladamos a Calamocha para la batalla Teruel. ¡Que frío!, se alcanzó la temperatura mas baja del siglo (-30º), ¡Imagínate, con cabina descubierta!! En la posada donde nos alojábamos, yo dormía con traje vuelo, guantes y casco. Dos servicios diarios de una hora y poco (teníamos gasolina para 75 minutos). Siempre, echando mucho Española “CANARIO” AZAOLA Miembro del IHCA valor, con “el Corto” al frente; cerca del objetivo, los seis aviones uno tras otro, con medio tonel iniciábamos el picado, ametrallando, hasta a ras del suelo (8, 10 metros… o menos) levantando polvo muchas veces. Cuando dejábamos de ver al avión de delante, pegábamos el tirón también y enseguida, reunidos todos, repetíamos la operación; y así, una y otra vez…; en ocasiones soltábamos unas pequeñas bombas de 10 kilos, cuyas esquirlas a veces rebotaban contra nuestro avión. Incluso, si se acababa la munición, continuábamos, puesto que el efecto psicológico del avión tan cerca, el ruido… asustaba; sin duda, hacíamos pasar miedo en las trincheras. Por supuesto que arriesgábamos, y al que no arriesgaba, lo echaba el jefe. ¿Impactos? ¡todos! Cooperando con fuerzas que actuaban en sector de Caspe, en un servicio, quedaron inútiles, por impacto enemigo, todos los aviones de la Escuadrilla. ¡Cómo tiraban los “jodios”! A mí, en el Ebro, ametrallando, una bala me rompió el parabrís, las gafas y me rozó el hombro; la cara me sangraba abundantemente, y regresando al campo me mareaba, no de dolor, sino que una fuga de gasolina me estaba intoxicando; tomé en Escatrón, vomité y con paciencia me extrajeron esquirlas de cristal y pequeñas partículas metralla en el contorno de los labios. Pero no siempre era el enemigo… si no; el accidente de Calamocha del 27 enero 1938; despegando, como siempre, en formación cerrada de “ala”; íbamos el comandante Muñoz, otro que no me acuerdo, yo, en el 2-45; Cuadra, Domecq y no se si alguien más. A unos 15 metros del suelo, Domecq pegó una espantada y chocó con Cuadra y éste conmigo, arrancándome los dos planos izquierdos. Los tres nos fuimos abajo; yo caí completamente de cola, dándome tiempo a cortar contactos, y Al agradecer el comandante Llorente, jefe de la Patrulla Atlántida, la suscripción iniciada para recompensar la valiosa actuación de los soldados mecánicos Madariaga, Quesada, Naranjo y el sargento radio Navarro participantes en aquélla, ha relatado el siguiente episodio, ocurrido en el curso del importante Raid a Guinea. Al regreso, en Arrecife y al segundo intento de salida, el “Cataluña” sufrió averías en el aire; un motor se paró, y el otro se deterioró seriamente. El hidro, después de pasar peligrosamente a pocos metros de altura Hace 90 años Saber hacer Melilla 11 marzo 1927 del muelle, donde la gente, creyendo que se trataba de una “alegría” del piloto, aplaudía entusiasmada, amerizó con mar gruesa y viento de cola bastante fuerte. La maestría de Merino evitó una catástrofe. Mientras se reconocían los desperfectos sufridos por los motores, nos trajeron el abrigo de una muchacha, quemado por el aluminio fundido que el motor delantero arrojaba por los tubos de escape; al mismo tiempo se nos dijo que también había resultado quemada la capota de un coche. Esto dará idea de cómo estaba el motor, advirtiendo enseguida que el otro se hallaba en el mismo estado. En Las Palmas, había un motor reparado, pero necesitábamos dos. Yo me consideraba vencido por la fatalidad, cuando los mecánicos me dijeron que iban a intentar con dos émbolos de repuesto que llevábamos a bordo y los dos motores quemados fabricar uno que funcionase. Y así fue; con la ayuda de otro compañero y la supervisión de un oficial, en dos días y medio, cambiaron uno de los motores y fabricaron uno nuevo. que permitieron finalizar el vuelo. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Marzo 2017 233


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