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apreciar desde la dedicatoria: “A todos los pilotos que han volado conmigo y contra mí”. En España desde el 3 de noviembre de 1936, el teniente Ricci está en la 3ª Escuadrilla de Caza y participa en las más duras fases de la batalla de Madrid y en los sucesivos combates de otros frentes. Ricci ostenta durante breves períodos de tiempo el mando de la unidad y lo asume definitivamente con el grado de capitán en las últimas semanas de su permanencia, durante la batalla de Brunete. De aquellos ocho meses de guerra ha dejado un testimonio imprescindible; leyendo sus páginas se comprende mejor que en los documentos oficiales la diversidad de opiniones sobre el empleo G. Valle. de la caza legionaria11, las razones de la concesión a García Morato de la Cruz Laureada de San Fernando, las envidias y los celos que esta concesión generó y que llevaron al as nacionalista a un estado de profunda tristeza12. Del mismo Corrado Ricci es también una larga carta –17 páginas densas escritas a máquina– inédita, pero notoria en el ambiente de los investigadores que se ocupan de la guerra aérea en España. Está dirigida a Andrés García Lacalle y contiene un detallado y puntilloso comentario a su libro “Mitos y verdades. La aviación de caza en la guerra española”. Poniendo en duda algunas convicciones y afirmaciones de Lacalle, Ricci informa de su actividad y de cuanto ha visto y sabido desde su primer vuelo en España hasta el 28 de marzo de 1937, día en el cual la 26ª Ella. recibe la orden de desplazarse a Vitoria. El texto refleja cuanto se lee en “Vita di pilota”, pero con mayores detalles y puntualizaciones. Esta carta refleja un discurso “de piloto a piloto” más que entre adversarios, escrito por “una persona que busca la verdad, como tengo el derecho y el deber de creer que también usted hace”. Los últimos renglones de la carta inducen a pensar que la experiencia española ha dejado en Ricci una profunda amargura. “No sé qué más podría el fértil cerebro de los españoles inventar contra nosostros –escribe rechazando con indignación la acusación dirigida a los pilotos italianos de ametrallar los paracaídas– que fuimos tan tontos de ir a dar ayuda a gente parecida. Son sólo y únicamente mentiras”. Con la misma firmeza Ricci contradice la tesis según la cual, durante las batallas de Madrid y del Jarama, los pilotos italianos estaban amedrentados por la aviación republicana y evitaban entonces el combate. “Nunca hemos tenido el temor de los cazas de ustedes; temor lo han tenido los Heinkels que después de haber rehusado muchas veces de salir al frente con nosotros, declararon que no podían combatir al Curtiss” . En diciembre de 1985 el editor Mucchi de Modena, muy activo por aquellos años en el campo de la edición aeronáutica, publica “Tullio De Prato un pilota contadino”. Se trata también en este caso de un libro póstumo: ha sido su amigo Cesare Gori –también piloto 61 Corrado Ricci.


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