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MEMORIAL DE CABALLERIA 73

Historia Empleo Táctico y Operaciones Orgánica y Materiales Noticias del Arma Varios 159 LOS CABALLOS EN EL ARMA El otro retrato se conserva en el Museo Metropolitano de Nueva York (Nº 52125, L. 127,6 x 104,1). La figura de Olivares se mantiene idéntica, no así el caballo. Esta vez se trata de un tordo con arreos y protectores de grupa de color oro. La batalla del fondo transcurre de manera más encarnizada. Las orejas del animal son bastante pequeñas, lo que puede relacionarle con “El príncipe Baltasar Carlos en el picadero”, ambos atribuidos a Cano, como señalábamos más arriba. Tanto en una como en otra ocasión, es probable que Olivares exigiera ser retratado con un determinado caballo procedente de sus cuadras. Desafortunadamente, no conocemos el nombre. Volviendo al Palacio del Buen Retiro, dentro de sus muros, el lugar de mayor significación sim-bólica era el salón del trono o Salón de Reinos, nombre que se debía a los escudos de todos aquellos territorios sobre los cuales ejercía su poder Felipe IV, en cuyo honor se levantó el edificio. La con-cepción de dicho salón se llevó a cabo como el máximo exponente de la Unión de Armas tan cara al conde-duque9 y que se enfrentaba al reto de lo que Díez del Corral considera la característica básica de la Monarquía hispánica, es decir, el hecho de que, según este autor, no existía una sino diversas realezas ibéricas ya que, a diferencia de los reyes de Francia que lo eran de un reino, los monarcas españoles lo eran de un conglomerado de territorios de distinto orden10. El programa decorativo del Salón de Reinos se basaba en un “horror vacui” donde había poco espacio para otros objetos que no fueran los cuadros. El origen mítico de dichos monarcas se plas-maba en la serie de los “Trabajos de Hércules” pintados por Francisco de Zurbarán, mientras que su gloria quedaba consolidada por las victorias cosechadas por los grandes generales españoles del momento, al frente de los cuales se situaban los propios reyes a caballo. Por encima, rematando el conjunto, la serie de escudos de los distintos reinos sobre los que ejercían sus dominios y que daba nombre al Salón. Completaban la decoración doce leones de plata y dieciséis mesas de jaspe. Los primeros, encargados por Jerónimo de Villanueva, Protonotario de Aragón, fueron fundidos, años más tarde, para conseguir dinero con el cual sufragar los gastos de los ejércitos españoles. Antonio Ponz decía, en 1775, que en dicho salón se celebraban las Juntas de las ciudades de voto en Cortes, de ahí la decoración del techo y el nombre que recibió. También había allí un dosel que se vino en denominar “Dosel rico” ya que la decoración del mismo estaba realizada, entre otros materiales, con perlas -aljófar-. Estos elementos, junto con los cuadros que decoraban las paredes, nos hablan de un espacio representativo y simbólico de la Monarquía española, la más poderosa del mundo en aquellos momentos, donde no había lugar para otro tipo de eventos de carácter más frívo-lo, como han apuntado algunos autores11. También se ha hablado de una barandilla rodeando todo el perímetro de la estancia, desde la cual contemplar lo que sucedía en el salón, aunque consideramos bastante poco probable su existencia12. Elías Tormo fue quien, en 1911, localizó el Salón de Reinos, dentro del entonces Museo de Artillería, e identificó los cuadros que formaban parte de la decoración13. Para ello se basó en dos fuentes fundamentales: la “Silva topográfica” del escritor portugués Manuel Gallegos escrita en 1637, y el inventario de las pinturas del palacio realizado en 1701. Centrándonos en los retratos reales, la relación de dicho inventario comienza con los de Felipe III y Margarita de Austria, continúa con los de Felipe IV e Isabel de Borbón y finaliza con el del prínci- 9 Brown, J. y Elliott, J.H.: “Un Palacio para el rey. El Buen Retiro y la Corte de Felipe IV”, 1985, cap. 6, pp. 149-202. 10  Díez del Corral, L.: “Velázquez, Felipe IV y la Monarquía”, 1977, pp. 32-35. 11 Se ha hablado de representaciones teatrales. Si en principio las hubo, al convertirse en salón del trono se suprimirían éstas. 12 Ver Camacho, D. y Montilla, C.: “El Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro”, Revista Ejército, nº 693, noviembre 1998, p. 46 y ss. También Camacho, D. y Doval, M. M.: “La Tierra Quieta. Un palacio donde gira el sol: El Salón de Reinos”, Revista Ejército, nº 777 diciembre 2005, p. 63 y ss. 13 Ver Tormo, E.: “Velázquez, el Salón de Reinos del Buen Retiro, y el Poeta del Palacio y del Pintor”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1911-1912, XIX y XX.


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