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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA OCTUBRE 2017

Formación militar y universitaria N año más, nuestras Escuelas y Academias de oficiales se ponen en marcha para acoger a los que serán los futuros miembros de nuestras Fuerzas Armadas. Más de 300 aspirantes han ingresado en nuestros centros con la ilusión puesta en convertirse en los próximos oficiales de los Ejércitos, la Armada, los Cuerpos Comunes y la Guardia Civil. Se trata de un periodo muy importante para los nuevos cadetes. Tras haber finalizado sus estudios de secundaria y haber elegido la milicia como forma de vida, se ven envueltos en una serie de cambios que marcaran su juventud para siempre. La transformación que se produce es doble: por un lado, abandonan el mundo al que estaban acostumbrados junto a sus familias, con unos hábitos de estudio y de trabajo; y por otro, deben compaginar unos estudios universitarios con la exigencia de una excelente formación militar y un nuevo régimen de vida castrense. Para ello nuestro sistema de formación ha previsto una llamada fase de adaptación a la vida militar, en la que nuestros jóvenes disponen de un periodo para conocer cuál será su vida futura y poder decidir si la carrera militar constituye verdaderamente su vocación. Transcurridos estos días, la maquinaria de la enseñanza militar se pone en marcha, a la par que el conjunto de estudios universitarios que se ofrece a los nuevos cadetes y que los encuadrarán dentro del sistema educativo general. El modelo está plenamente consolidado y hace coexistir de forma inmejorable en un currículo único la formación militar general y específica, y en su caso técnica, y los estudios correspondientes a las titulaciones oficiales de grado universitario. La sincronía a través de la cual nuestros profesionales de la enseñanza militar y universitaria consiguen desarrollar los diferentes estudios ha sido fruto del trabajo y la experiencia acumulados a lo largo de los últimos años. Tanto los directores de las Academias y Escuela Naval como los diferentes directores de los Centros Universitarios de la Defensa (CUD) han llevado a cabo una encomiable labor para coordinar la carga lectiva de nuestros cadetes y permitir que el esfuerzo físico e intelectual al que se ven sometidos, sobre todo al inicio, no se convierta en una barrera infranqueable para unos jóvenes que, como señalaba al principio, transforman de manera radical su forma de vida. Para ilustrar esta carga de trabajo baste señalar que el número de créditos ECTS (European Credit Transfer System) que deben superar a lo largo de estos años se encuentra en torno a 332, más las 46 semanas que, como media, tienen de instrucción y adiestramiento. Y es que el conjunto de competencias y capacidades definidas que deben reunir los alumnos al concluir el programa formativo, denominado perfil de egreso, es muy exigente, comparado con los 240 créditos ECTS que, como norma general, tienen los títulos de grado del sistema educativo general. Mención aparte merecen nuestros futuros médicos militares paras los que a los 300 créditos ECTS del grado de medicina hay que sumar el resto de créditos de su formación militar y técnica. Para hacer más fácil este esfuerzo de coordinación al que me refería anteriormente, nuestra normativa ha previsto diferentes instrumentos que permiten a los responsables directos de la enseñanza en los Centros de Formación y en los CUD estudiar, de forma permanente, la programación de los cursos y evitar situaciones indeseadas. Todo este esfuerzo nos lleva al debate, a veces mal entendido, de qué tipo de enseñanza, véase la militar o la universitaria, debe prevalecer. El artículo 43 de la Ley de la Carrera Militar señala que la finalidad de la enseñanza en las Fuerzas Armadas ha de ser proporcionar a sus miembros la formación requerida para el ejercicio profesional en los diferentes Cuerpos, escalas y especialidades, todo ello con objeto de atender las necesidades derivadas de la organización y preparación de las unidades y de su empleo en operaciones. Es decir, el objetivo ha de ser conseguir que el alumno disponga de una sólida formación moral, física, militar e intelectual que le permita convertirse en un líder dentro de las Fuerzas Armadas. No cabe duda que es necesario conseguir la necesaria complementariedad entre las materias que conforman el plan de estudios, que permita, por ejemplo, que materias claramente transversales, como pueda ser el idioma inglés, puedan impartirse de forma eficiente. O que las titulaciones impartidas por los CUD, si es el caso, sean lo suficientemente flexibles para orientarse a los conocimientos técnicos que posteriormente vayan a necesitar nuestros oficiales. En este sentido se puede afirmar que todas las materias militares o universitarias son importantes para dotar a nuestros oficiales de las capacidades precisas para ejercer sus cometidos en las FAS del siglo XXI. La experiencia de estos años de funcionamiento ha permitido sacar una serie de conclusiones que es necesario analizar de una forma serena. Y en ello deben estar plenamente implicados quienes serán los consumidores finales, los Ejércitos, la Armada y Guardia Civil. La responsabilidad de velar por un tema tan importante como es la formación de nuestros oficiales nos obliga a trabajar de forma continuada en el modelo. Esos jóvenes serán los futuros líderes que asumirán la gestión de nuestras Fuerzas Armadas, y por ello cualquier esfuerzo por mejorar el sistema ha de ser forzosamente bienvenido. L g General de brigada Pedro José García Cifo Subdirector general de Enseñanza Militar Todas las materias son importantes para dotar a los oficiales de las capacidades precisas para las Fuerzas Armadas Octubre 2017 Revista Española de Defensa 19


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