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través de una tremebunda trama familiar, aunque se habría aprovechado la oportunidad para hacer lo mismo con Loza-no 96 Aguirre por causa de la huelga31. El caso se fue compli-cando con el paso del tiempo, hasta tal punto que no se ha podido localizar cuál fue el resultado de las acciones policia-les y judiciales que, en cualquier caso, nada tienen que ver con el objeto de este artículo. El Consejo de CASA trató en profundidad la situación en su sesión del 14 de julio siguiente. Una medida excepcio-nal, que hablaba por sí sola de las circunstancias en que se desenvolvían las actividades industriales en España, fue la decisión de contratar pólizas de seguros contra todo tipo de accidentes, para paliar las consecuencias de posibles desgracias que pudieran suceder al personal directivo de las factorías de Getafe y Cádiz. Además, a la vista de que no se vislumbraba final para la huelga de Cá-diz, se decidió trasladar todo el trabajo del Vildebeest que fuera posible hasta la factoría de Getafe. Mientras durara la recuperación de Lozano Aguirre, quedaría al frente de la factoría de Cádiz, con el cargo de subdirector, Federico Beigbeder Atienza. En septiembre de 1933 circuló en la prensa el rumor de que CASA se proponía el cierre definitivo de la factoría de Cádiz. Tal cosa nunca fue debatida y, sin duda, se trató de un bulo más o menos intencionado. Sea como fuere la re-acción de la Unión Patronal Gaditana fue constituirse en se-sión permanente y realizar gestiones para evitar el supuesto cierre. Del lado sindical no hubo reacción alguna: la huelga continuó y, en la madrugada del 15 de ese mes, se produjo el incendio provocado de un vagón cargado con material destinado a CASA en la estación de ferrocarril de Cádiz, cu-yos responsables nunca fueron identificados. Muy poco después, el 19 de septiembre de 1933, tras casi seis meses de huelgas, se firmaron por fin unas bases de tra-bajo entre CASA y sus empleados, que permitieron reanudar la actividad normal de la factoría de Cádiz al día siguiente. Esa solución llegó a partir del laudo dictado por el recién nombrado gobernador civil de la provincia, Miguel Coloma Rubio, que reconoció la legalidad de los despidos realizados en mayo y que desencadenaron el grueso del conflicto. El laudo reconocía también el derecho de la empresa a mante-ner en plantilla el personal incorporado a partir de mayo. En diciembre Francisco Lozano Aguirre presentó por escrito su dimisión como director de la factoría de Cádiz al Consejo de CASA, que fue aceptada, siendo nombrado Federico Beigbe-der Atienza como nuevo director, quien ostentaría ese cargo hasta octubre de 1938. La vuelta a los cauces de normalidad en Cádiz dio paso en 1934 a brotes de conflictividad en la factoría de Getafe. La memoria de ese ejercicio presentada a los accionistas en su momento, aludía a la huelga del sector metalúrgico, que se prolongó durante varios meses a partir de marzo –no afectó a la factoría de Cádiz–, y a la huelga general de octu-bre, como causas de que estuviera paralizada la factoría de Getafe durante varios meses. Reconocía no obstante que no se trató en ningún caso de conflictos entre CASA y sus em-pleados, por lo que, recuperada la normalidad en noviembre y diciembre, se pudo conseguir que los indicadores anuales de productividad de la factoría de Getafe fueran incluso algo superiores a los del ejercicio 1933, gracias a la positiva acti-tud de estos últimos. Como no podía ser de otra manera, las turbulencias la-borales provocaron finalmente un importante retraso en la producción y entregas de los Vildebeest, que CASA pudo sortear en cuanto a penalizaciones al quedar evidenciado que había sido debido a causas externas. En diciembre de 1933 se había solicitado al Ministerio de Marina una prórro-ga, a la que hubieron de seguir otras ante la evolución de los acontecimientos. Tras el traspaso de trabajo desde Cádiz hasta Getafe antes citado, el reparto entre ambas factorías había quedado más o menos al 50%. Los Vildebeest fueron entregados entre junio y octubre de 1935, siendo trasladados al menos los entregados en Getafe de dos en dos por los tenientes de navío Salgueiro y Blanco32. Según se escribió en la memoria de ese ejercicio: «Estos 27 aviones torpederos fueron entregados a nuestra Aeronáutica Naval después de haber realizado las pruebas de recepción con un amplio margen sobre las previstas en el contrato. Los aviones sobre ruedas fueron entregados en los talleres de Getafe, habiéndo-lo sido los provistos de flotadores en nuestra factoría de Cádiz»33. Pareja de bombarderos Martin B-10B en vuelo. National Muesum of the US. Air Force


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