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misiones internacionales El centro Madre Bernarda ha sido financiado por Defensa, el Principado de Asturias y Manos Unidas ba con tres aulas amuebladas con 90 bancos de hierro y madera —con capacidad para tres alumnos cada uno—, tres mesas de profesor y tres armarios, una oficina de administración y servicios para los escolares. Por su parte, el centro social Madre Bernarda, ha sido sufragado por el Ministerio de Defensa, el Principado de Asturias y Manos Unidas. La hermana Janeth, una de las hermanas colombianas que lo gestiona, asegura que «gracias al Ministerio de Defensa este centro ha visto la luz del día. España, con tantos benefactores, ha cambiado la vida de muchas mujeres y de muchas familias». «Cuando llegamos aquí —explica el comandante Corsino, desplegado en Malí— nos dimos cuenta de que era un mundo muy diferente al de Europa—. «Nosotros —añade— lo único que hacemos, es poner los medios para que puedan avanzar. Porque la energía que tienen, tanto las monjas Franciscanas como las mujeres malienses, es increíble». En el centro social Madre Bernarda, las mujeres aprenden a poner en marcha cooperativas que les permiten vender mejor sus productos. En este centro de formación se atiende cada año a unas 150 mujeres que realizan talleres de peluquería, maquillaje y tatuaje, cocina y costura. «Aprenden un oficio práctico pero también reciben alfabetización en francés y contabilidad para que puedan vender mejor sus productos», apunta la hermana. También se las ayuda a poner en marcha pequeñas cooperativas y mejorar económicamente. «Aprenden muchas cosas, pero el Estado no les reconoce los títulos que obtienen con nosotras. Estamos intentando que lo haga para que tengan más salidas laborales, más posibilidades de sacar adelante a sus hijos», señala. La hermana Janeth asegura que la transformación de la mujer en Malí ha sido muy importante y «hay mujeres que ya logran mantener conversaciones con sus esposos de igual a igual y que participan en la educación de los hijos. Los esposos están sorprendidos y contentos al ver a sus mujeres así. Se empieza a ver, en la parte masculina, apoyo a la formación de la mujer», añade. También las hermanas Franciscanas atienden el centro sociocultural de Koulikoro donde ofrecen cursos de informática, costura y alfabetización y al que llegan donaciones de España. Los militares desplegados en Malí, además, visitan regularmente el centro de formación en costura de mujeres L’Ange Gardien, donde las religiosas que lo gestionan están preparando a una mujer maliense para que se haga cargo poco a poco de su funcionamiento. Así como al centro de salud de Nafadji, para el que está previsto adquirir material de laboratorio, y donde se atienden más de 1.000 partos al año, decenas de miles de personas acuden a las consultas médicas y se vacunan a miles de niños contra la viruela, la fiebre amarilla y otras enfermedades. Otro centro con el que el contingente mantiene contacto permanente es el gestionado por los Padres Blancos en Kati. Casi todas las relaciones que mantienen los españoles con los diferentes centros de Malí se iniciaron en 2014, durante el mandato del general Alfonso García Vaquero al frente de la misión europea. Una cooperación que se ha extendido a Dakar, en Senegal, y Libreville, en Gabón. HUÉRFANOS En Dakar, los militares del destacamento Marfil acuden, cuando la disponibilidad de la operación se lo permite, al centro Popponier Dakar para cuidar a los niños huérfanos de madre allí acogidos, Pepe Díaz bebés que apenas superan el año de edad. Además, han realizado pequeñas reformas en el orfanato al que llevan donaciones de material. Desde hace años, también apoyan al colegio de integración de la localidad de Mbour. Se trata de una casa reconvertida en escuela con 200 alumnos entre los que hay sordomudos, niños con síndrome de Down y con distintas enfermedades a los que el director, ciego, comenzó a ayudar hace nueve años. Hasta ahora, la colaboración mi- 26 Revista Española de Defensa Marzo 20178


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