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79 mera patrulla, el teniente Abajo Grijalbo realizó un lanzamien-to a mil metros con paracaídas manual. Dos días después, el día 14, el sargento Madolell repitió la experiencia en un lanzamiento desde mil metros en el que la apertura se realizó a trescientos metros del suelo. Tres días más tarde, el 17, los cabos Justo Corrales Tejada, Luis López Caballero y José Llovera Simón se lanzaron desde mil metros y realizaron un retardo en la apertura de 14, 12 y 18 segundos, respectiva-mente. Hubo que esperar hasta el día 3 de junio para que los cabos primeros Antonio Delgado Vega, Francisco Martínez Peña y Juan Rosique saltaran en apertura manual con motivo de la visita del subsecretario del Ministerio del Aire, a quién acompañó el gobernador Militar de Murcia y resto de auto-ridades provinciales. Momento en el que también se realizó un lanzamiento en apertura automática de cuatro patrullas de alumnos y 3 patrullas de profesores/instructores, estos últi-mos con armamento y munición. Casi un año después, el 17 de abril de 1953, se repitió la experiencia. En esta ocasión, además de saltar en apertu-ra manual, se ejecutó una nueva modalidad llamada «triple salto», era la tercera vez que se ejecutaba. Las dos ocasio-nes anteriores habían sido con motivo de la celebración del aniversario del primer lanzamiento en el año 1952 y en este mismo año 1953. El primer accidente mortal de la escuela ocurrió el día 19 de junio de ese año: el cabo primero Justo Corrales Tejada, al realizar un lanzamiento en apertura ma-nual desde mil metros. Corrales llevaba un cronómetro para efectuar la apertura a los diez segundos de caída libre, y era el segundo lanzamiento que efectuaba en esta modalidad, con una experiencia de 36 lanzamientos en apertura automá-tica y tener en su haber la realización de un triple salto. Un inciso, dado que se ha citado el retardo del cabo pri-mero Corrales Tejada es conveniente conocer la evolución del retardo en la caída libre que efectuaron aquellos pioneros en sus primeros lanzamientos. Hasta el 21 de marzo del año 1958 que el teniente Ayuso efectuó un lanzamiento con una caída libre de 35 segundos, los retardos para los profesores, único personal, entonces, autorizado a llevarlos a cabo. Este se fijaba en función de la altura de lanzamiento, experiencia y trabajo previo a realizar. En cualquier caso, no solían rebasar los mil metros de altura de lanzamiento y los diez segundos de caída libre. Hacia los años 1957 y 1958, y según aumen-taba la experiencia de los saltadores, el retardo ya se aproxi-maba a los veinte segundos. A fin de ilustrar los avatares que jalonaron las prácticas de aquellos años se cita que, por ejemplo, el 28 de abril de 1954 un saltador, al no encontrar la anilla de apertura del paracaí-das principal, optó por la apertura del paracaídas de pecho. Hecho que, según los diarios de operaciones, ocurría con más frecuencia de lo deseable. O cuatro años después, el te-niente Ayuso y el sargento Llovera efectuaron un lanzamiento en apertura manual, saliendo cogidos desde el avión. La sali-da no fue buena y cayeron de espaldas, para entrar luego en barrena plana y con la velocidad y la fuerza centrífuga les fue imposible separarse. A pocos metros del suelo lo lograron. Las campanas se abrieron totalmente cuando ponían los pies en el suelo. El 3 de febrero de 1955, ante los numerosos inci-dentes en los lanzamientos de apertura manual, la dirección de la escuela decidió establecer la realización de un número mínimo de lanzamientos en la modalidad de apertura auto-mática para optar a efectuarlos en apertura manual, y se cifró en cuarenta saltos. El 22 de marzo de 1958 se volvió a saltar y se redujo la marca del teniente Ayuso en cinco segundos. A finales del mes de abril, el 29, el teniente Ayuso de nuevo y el sargento Llovera efectuaron un lanzamiento desde dos mil ochocien-tos metros con un retardo de 53 segundos. Se establecía un nuevo récord. Marca que fue posible ver gracias a los polvos de talco que señalaron su descenso. Los interesa-dos calificaron el lanzamiento de «escalofriante», es más, conservaron la posición en la caída y efectuaron giros, algo totalmente nuevo en la escuela. Al día siguiente el teniente Gilberto Suárez efectuó un lanzamiento con la misma marca en caída libre. El 22 de septiembre de ese año los tenientes Ayuso y Suárez y el sargento Llovera efectuaron un lanza-miento desde cuatro mil doscientos metros, consiguiendo dar un looping. La caída libre fue de 70 segundos, estable-ciendo un nuevo récord. Metidos en la dinámica de los lanzamientos, citemos el hito del 19 de diciembre del año 1960. Se realizaron por primera vez 663 lanzamientos en un día, estableciéndose la culmi-nación de las marcas de estas características que se habían venido batiendo en días precedentes y, a título orientativo, podemos citar que el día 1 de diciembre se realizaron 320 lanzamientos y 408 el día 13. Hazaña similar fue la realizada por el teniente Justo al efectuar el 16 de noviembre de 1953 treinta y tres lanzamientos en un solo día. Marca imbatida hasta la fecha. Existen dos modalidades de lanzamiento muy espectacu-lares y no exentas de elevado riesgo físico para los ejecutan-tes, y ensayadas en las décadas de los cincuenta y sesenta. Nos referimos a los denominados «cadena margarita» y «tri-ple salto». El primero, consistía en el salto de tres o cuatro paracaidistas con equipo de lanzamiento en la modalidad de apertura automática, aunque también podían ejecutarse en apertura manual. Para facilitar la ejecución en la modalidad de automático, se construyó una plancha de madera pro-vista de unos rodillos donde se sentaban los saltadores. La plancha tenía la suficiente longitud para poder colocarla en la puerta del avión Ju-52. El primer intento del lanzamiento en esta modalidad fue realizado por dos instructores de la escuela el día 21 de enero del año 1953. A lo largo de ese año volvió a ejecutarse seis días después del primer intento, el día 27 de enero, con ocasión no solo de la celebración del quinto aniversario del primer lanzamiento paracaidista en la escuela, sino también al haberse alcan-zado la cifra de diez mil saltos, se realizó otro lanzamiento52. Asimismo, el 30 de mayo volvió a repetirse el lanzamiento con ocasión de la participación en el festival aeronáutico que organizó el Real Aeroclub de España en Cuatro Vientos. El equipo liderado por el comandante Villalaín realizó dos sal-tos, a cargo del comandante y los cabos primeros Royo Mo-reno y Rosique Gil, el primero y el segundo lo ejecutaron el capitán Galache, sargento Puente y cabo primero Mínguez. Todos fueron condecorados con la cruz del mérito aeronáu-tico el día 8 de octubre de ese mismo año. El último lanza-miento en esta modalidad se efectúo el 25 de septiembre del año1961 con motivo de los mil lanzamientos del capitán José Ayuso Gallardo. El resumen de lanzamientos en dicha moda-lidad fue el siguiente: en la de apertura automática llegaron a ejecutarse en la primera década de la escuela un total de cincuenta lanzamientos, y en la de apertura manual o retar-dada un total de diecinueve. Sin embargo, no es posible dar por cerrado el capítulo relativo a la «cadena margarita» sin citar el lanzamiento realizado, después del paréntesis de dos décadas. Fue el 15 de febrero del año 1984, con un avión CASA-212 del 721 Escuadrón, desde el que se saltó a mil doscientos metros en la zona de lanzamientos de la escuela de Alcantarilla53. El lanzamiento denominado «triple salto», como sucedía con la «cadena margarita», se ejecutaba en automático y en apertura manual. En la primera modalidad, durante la primera década de funcionamiento de la escuela, se ejecutaron un total de cuatro lanzamientos y en apertura manual un total de cuarenta y siete. ¿Cómo se realizaba? El paracaidista se po-nía un equipo de apertura manual, un paracaídas del modelo T-6 con el paracaídas de reserva adaptado al pecho. Encima de él se colocaba un paracaídas de apertura automática mo-delo T-5. Desde mil quinientos metros de altura se saltaba en apertura automática, y, una vez abierto el paracaídas T-5, el saltador soltaba el cierre del equipo e iniciaba la caía libre. Acto seguido abría el paracaídas de reserva de pecho y, una


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