Los inicios del sistema de necesidades y distribución Una revolución en la logística del Ejército del Aire General del Ejército del Aire (R), miembro del CASHYCEA En el final de la segunda decena 136 del siglo XXI, las grandes superfi-cies e incluso los pequeños co-mercios disponen de programas informáticos que controlan las existen-cias de artículos así como las ventas de cada día registradas con la lectora de los códigos de barras. Pero en los años setenta del siglo pasado las co-sas eran muy distintas. En el último tramo de aquellos años nuestro Ejército del Aire (EA), inmerso en la adopción de una nueva estructura orgánica, contaba con una nutrida y va-riada flota de aviones, de la 2.ª y la 3.ª generaciones, como los Northrop F-5 (AE.9), los Mirage III (C.11), los Phantom F-4 (C-12)1, los Mirage F-1 (C-14), los Falcon 50 (T-11), los Hércules (T-10) y los CASA 212 (T-12). Todo el material aéreo y sus equipos utilizaban un con-junto de piezas cuantificable en varios millones de artículos, distribuidos en más de 60 puntos de abastecimiento, creciendo rápidamente hacia el millón de “voces” distintas cada una con su propia identificación. En otras palabras, la gestión logística en general y la del abastecimiento en particular estaba al-canzando su punto de saturación. La Federico Yániz Velasco situación solo podía empeorar con la entonces prevista renovación de la flota de aviones a corto y medio plazo. Cada nuevo avión en el inventario del EA pro-duciría un importante aumento del nú-mero de artículos distribuidos en las unidades de fuerzas aéreas desplega-das en toda nuestra geografía. Formación en ala de Phantom F-4C (C-12), del Ala 12, base aérea de Torrejón de Ardóz. Imagen: Revista de Aeronáutica y Astronáutica Esta realidad imparable se afrontaba con un sistema logístico adaptado a una estructura de logística y organizati-va de relaciones de mando, de material y personal que no respondía a las nece-sidades del momento. Para hacernos una idea baste recordar que, como se expondrá más tarde en este artículo, para la primera etapa del Sistema de Necesidades y Distribución (que forma-ría parte del MAMAT2, en la nueva orga-nización) se adquirió un “moderno y capaz ordenador” UNIVAC 90/60. Ese equipo (no más potente que uno que se puede adquirir hoy por unos 5.000 €) ocupaba una gran sala del edificio construido para albergar el Centro de Proceso de Datos (CPD), en la base aé-rea de Cuatro Vientos. En aquel sótano, sobre el suelo técnico, equipos de al-macenamiento de datos en bovinas de cinta magnética giraban a intervalos si-guiendo las instrucciones de programas que se habían grabado en fichas perfo-radas de cartulina. Lo que después sería el MAMAT, an-teriormente era una amalgama de ser-vicios interconectados por infinidad de relaciones funcionales. Para efectuar la reforma del sistema logístico, se pidió a una consultora el estudio de una po-sible mejora de la organización. La con-sultoría, después de realizar numerosas entrevistas en distintos departamentos, informó que, si la organización del sis-tema funcionaba, lo mejor era no tocar nada pues se podía venir abajo toda la estructura. Como dijo Max Weber3, “la burocracia tiende a crear más buro-cracia” y el tiempo había amalgamado nuestros servicios, aunque de forma poco racional. Para abordar la situación tuvo que actuar el Estado Mayor del Aire que consiguió clarificar la densa estructura existente por medio del plan de Orga-nización General del Ejército del Aire (ORGEA). En ese marco, se reconoció que la gestión logística del abasteci-miento debe lograr “tener el repuesto y los consumibles necesarios en el sitio adecuado y en el momento preciso”. Sin embargo, a finales de los setenta esa gestión se realizaba todavía de for-ma manual, con el apoyo del UNIVAC 90/60. La lentitud del proceso de los pedidos producía infinidad de proble-mas de gran trascendencia, por la poca fiabilidad en la puntualidad en la en-trega de los repuestos. Esto produjo Línea de aviones Mirage III (C-11), del Ala 11, base aérea de Manises. Imagen: Revista de Aeronáutica y Astronáutica
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