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La Primera Guerra Mundial: el amanecer de las transfusiones sanguíneas Sanid. mil. 2019; 75(1)  61 transfusiones con el. En noviembre de este mismo año, 1917, en la Batalla de Cambrai, preparará un contenedor frigorífico, con cajas de munición y hielo, para transportar la sangre conservada entre los distintos Casualty Clearing Stations. Así fue el primer banco de sangre, además móvil. A petición del General George Makins, como se mencionó antes, el Mayor Lee le encomendará la misión de formar a los futuros miembros de los equipos de transfusión británicos. Este trabajo fue ampliamente reconocido por las autoridades británicas. Tres fueron sus principales publicaciones sobre el tema. La primera de ellas(51), en abril de 1918, donde enuncia su método de transfusión de sangre citratada, usando sangre a la que se ha hecho pruebas de compatibilidad previas. Describe su botella para la preparación de la sangre, el método de extracción y el de transfusión. Así mismo comunica los resultados de 38 casos en campaña, entre los cuales sólo fallecieron 13, en relación con la gravedad del proceso, y sin reacciones hemolíticas a reseñar. Remarca la simplicidad del proceso que puede realizarse por sólo un oficial entrenado. Fue casi su puesta de largo entre la Sanidad británica. En junio de 1918 publicará el segundo trabajo(52), posiblemente el más relevante, donde expone detenidamente su método de transfusión de sangre conservada, dada la frecuente imposibilidad de disponer de sangre en el momento de necesitarla en el frente. La solución preservante usada es la de Rous-Turner, con un 5,4 % de dextrosa y 3,8 % de citrato de sodio. Como sangre donante usa sólo la de grupo IV, donante universal, para evitar tener que hacer las pruebas de compatibilidad en casos urgentes como los que habían de tratar. Describe también la botella de recolección y hasta la forma de extracción de la vena de donante. Así mismo detalla la necesidad de una caja grande con hielo, dentro de la cual debe ir otra con la sangre, debiendo quedar una cámara de separación entre ambas. Explica también que hasta 26 días puede conservarse sin problemas y con aparente igual eficacia, pese a lo cual la mayoría se han trasfundido entre los diez y doce días tras ser extraída. Enumera, para terminar, las ventajas de este procedimiento: • disponer de una gran cantidad de sangre en todo momento, • poder hacerse a pie de cama sin necesidad de tener donante al lado, • lo que también ahorra tiempo en el procedimiento, • poder trasfundir una gran cantidad de sangre, a diferencia del método de las jeringas, • y poder transportarla a los lugares de uso. El tercer artículo(53), de 1919, es un estudio sobre el valor del volumen de sangre en la etiopatogenia y en el manejo del shock traumático. En el estudio se mide el volumen y la hemoglobina, comprobando además los cambios debidos a la infusión de fluidos, salinos o goma arábiga, o por dilución con los fluidos del paciente. En el artículo recomienda como primera medida la (51)  Robertson OH. «A method of citrated blood transfusion». BMJ, 1918; 1(2991): 477-479. (52)  Robertson OH. «Transfusion with preserved red blood cells». BMJ, 1918; 1(2999): 691-695. (53)  Robertson OH. «Blood volume in wounded soldiers: I. Blood volume and related blood changes after hemorrhage». J Exp Med, 1919; 29(2):139- 153. reposición de volumen, abogando por la utilidad de ingesta oral forzada. En los casos graves reconoce la necesidad imperativa de trasfundir. CONCLUSIONES A principios de siglo, la transfusión sanguínea no se había consolidado en el arsenal terapéutico de la Medicina a causa de los pobres resultados obtenidos, sin duda resultado del desconocimiento biológico y fisiológico de la sangre. En este momento los principales retos para esta técnica fueron: la tendencia a la coagulación de la sangre, las reacciones de incompatibilidad y la conservación. Aunque ya se empezaban a realizar avances notables en este sentido en su vertiente teórica, no fue hasta la Primera Guerra Mundial cuando al terapia transfusional se convirtió en una herramienta fundamental de la Medicina de emergencias, gracias al ingente número de pacientes a los que hubo que tratar en un escaso periodo de tiempo, que permitió contrastar de forma clara los beneficios y virtudes de la técnica. Durante este conflicto la transfusión sanguínea se convirtió en una modalidad de tratamiento científica, accesible, asequible y aceptablemente segura. Si bien fue en Estados Unidos donde principalmente se desarrollaron los estudios, fueron los canadienses (Alexander Primrose, Edward Archibald, Walter Maclean, Lawrence Bruce Robertson) los que implantaron la técnica como tratamiento del shock hemorrágico y convencieron a la reticente Sanidad Británica de sus bondades. Los norteamericanos (Robert Irving Lee Oswald, Hope Robertson) se incorporaron al conflicto dos años más tarde, consolidaron el trabajo hecho y desarrollaron el concepto de banco de sangre. Como se puede apreciar, no es el éxito puntual ni repentino de nadie, sino el sumatorio de todos los esfuerzos que llevaron a un mejor conocimiento de la fisiología de la sangre y a su aplicación terapéutica generalizada. Con este texto pretendo rendir un sentido y humilde homenaje a todos ellos. BIBLIOGRAFÍA 1. Agote L. «Nuevo procediemento para la transfusion del sangre». Ann Inst Mod Clin Med, 1915; 2:24-30. 2. Archibald E. «A note upon the employment of blood transfusion in war». Lancet, 1916, 188 (4853): 429-431. 3. Archibald EW, MacLean WS. «Observations upon shock, with particular reference to the condition as seen in war surgery». Ann Surg, 1917; 66(3): 280-286. 4. Arthus M, Pagés C. «Nouvelle theorie chimique de la coagulation du sang». Arch Physiol Norm Pathol, 1890; 5: 739–749 5. Benedict NB. «Transfusion in Yellow Fever -- A Successful Case». New Or-leans M. News and Hosp. Gaz., 1859; 5 (Jan): 721-727. 6. Blasco Ibáñez V. Historia de la Guerra Europea de 1914. Valencia: Prometeo, 1920, p.10. 7. Blundell J. «Some account of a Case of Obstinate Vomiting, in which an attempt was made to prolong Life by the Injection of Blood into the Veins». Med Chir Trans., 1819; 10(2): 296-311. 8. Blundell J. «Observations on transfusion of blood». The Lancet, 1829; 12 (302): 321Denis JB. «A letter concerning a new way of curing diseases by the transfusion of blood». Philos Trans R Soc Lond,1667;2:489-504.


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