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al que acogerse para ser aceptados. También «Nobles, plebeyos, vagos, cocineros, poetas, químicos, periodistas,
ingenieros, todos tienen cabida en La Legión», rezaba la publicidad en la prensa de aquellos días.
En todo el mundo se conocían las noticias de lo que iba ocurriendo en La Legión española. Un grupo de legionarios
norteamericanos se quejaba de las condiciones que exigía el Credo Legionario, y las difi cultades de la vida en
África. Fueron noticia en los diarios americanos protestando por el trato recibido. Por otro lado, los legionarios
cubanos decían que estaban muy contentos del trato que les habían dado los españoles.
Hoy nadie discute que La Legión no es una unidad militar como las demás. Aquel voluntario de la guerra de
Filipinas, José Millán Astray, inculcó en el ADN de cada legionario el material genético necesario para forjar un
combatiente de ciega y feroz acometividad, que sembrase en el enemigo la certeza de que iba a ser vencido más
pronto que tarde. A cada uno de ellos le puso al lado otro de su misma condición, generando entre ambos un
espíritu de amistad que sobrepasaría el mismo hecho de la muerte.
Y con todos juntos, sabiendo que perecerían hasta el último hombre antes de abandonar a uno solo, nació La
Legión. Cien años después, y los que restan por venir, la fórmula sigue siendo no solo válida, sino de mayor
vigencia y actualidad.
La Legión ha debido cambiar para que nada cambie. Mil muertos y cuatro mil heridos ha costado ganar y conservar
el respeto y la admiración del pueblo español e internacional en 2020. Ifni, Marcha Verde, Bosnia y Herzegovina,
Kósovo, Macedonia, Albania, Irak, Afganistán, República Democrática del Congo, Senegal, Líbano o Mali e incluso
la Antártida son testigos, allende nuestras fronteras, de que el legionario jamás dirá que está cansado.
550 · I-2020 39 La Legión