>> Pasado, Presente y Futuro
dónde sustentarse, encontrando la nada …
La desesperación, el hambre. ¡El amor!».
A todos estos argumentos añade algunos
menos prosaicos como, la buena comida,
la paga, una casa o el brillo de las armas. La
Legión, que según afi rma Millán-Astray pide
pero también da, acogía a aquellos hombres
que, mayoritariamente, «no tenían otro medio
de vida… ni de muerte» sin preguntar quiénes
eran ni de dónde venían. Según afi rma: llegaban
como aquellos que acuden a los conventos
para quedarse, siendo recibidos en Ceuta, en
el Cuartel del Rey, con una referencia tanto a la
gloria que podían alcanzar como a los castigos
que sufrirían si cometían graves faltas:
«Bienvenidos a la Legión. En ella encontrareis
cariño, amparo, una familia. Se os pide: Ser
bravos y disciplinados. Se os exige obedecer
las órdenes militares ciegamente. Entráis en un
Cuerpo glorioso, gloria que se alcanza con las
vidas y la sangre de los legionarios. Es, pues,
preciso estar dispuestos: a morir cuando lo
reclame el deber; a sufrir fatigas, privaciones
y dolores de crueles heridas. También
hallaréis todo lo que se os ha prometido de
vuestros sueldos, comida, ropa y ascensos
y recompensas. Igualmente sufriréis duros
castigos si cometéis graves faltas…».
De los ofi ciales que iban a convertir en soldados
profesionales a estos voluntarios nos dice el
entonces teniente coronel que «llegaron unos
buscados y requeridos, otros llamados por
los compañeros, los demás, por su propio y
espontáneo deseo». A diferencia de la fórmula
utilizada para recibir a los voluntarios, las
palabras de bienvenida que se dirigía a los
ofi ciales hablan del sacrifi cio que se les iba a
exigir:
«Aquí se viene a sacrifi carse, el sacrifi cio mayor
es que hay que dejar la vida del mundo y vivir
sólo para la Legión, que es un Cuerpo naciente.
Se acabó por ahora la población. Habrá, por
lo tanto, que estar siempre en el campo, y por
último, aquí se ha decidido no jugar a ningún
juego de naipes».
Tras el saludo de rigor, el ya ofi cial del Tercio
recibía una copia del Credo legionario que
debía transmitir a sus efectivos, folletos con
instrucciones para el adiestramiento de la tropa
y por último un abrazo «apretado, diciéndoles,
buena suerte, hijo mío, y ahora mismo al
campo». Ellos serían los encargados de hacer
que la Legión proporcionara «un hogar a la
tropa y a todos un lugar de hermanamiento».
La falta de personal de aquellos primeros
momentos obligó a los ofi ciales a realizar
funciones subalternas, algo que, en opinión
de Millán-Astray, no generó nunca problemas.
Uno más de los muchos aspectos por los que
atribuía el éxito de la Legión al trabajo realizado
por el conjunto de los primeros jefes y ofi ciales,
aquellos que le fueron destinados por real
orden circular de 27 de septiembre de 1920.
El Tercio de Extranjeros, hoy Legión Española,
comenzaba a construir, de la mano de aquellos
hombres, la estructura organizativa, gracias a
la cual hoy, un siglo después, es considerada
una unidad militar de referencia.
86 554 · I-2021 La Legión