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MEMORIAL DE INFANTERIA 74

MISCELÁNEA 85 periodo, donde comienzan las discordias desde el mismo momento de la muerte del Profeta, que no deja nombra-do sucesor. En ese periodo nos encontramos con los salaf, los com-pañeros del profeta. Aquel grupo de fieles que lo si-guieron casi desde el comienzo de su predicación, que compartieron destierro, combate y aflicción; y que con él alcanzaron la gloria de tomar la ciudad santa de La Meca de manos de los quraishies. Es entre estos salafs que el sucesor del Profeta, el califa de Dios, debe ser elegido. Y lo será mediante una shura, consejo de notables —estos años hemos oído hablar de ella con ocasión de las que han celebrado los afganos para dirimir grandes decisio-nes— que por aquel entonces aportaba grandes dosis de democracia al asunto. El elegido será Abu Bakr, uno de los primeros en seguir al Profeta, y, según algunos, más radical en su fe que el propio Profeta, si es que eso era posible. A él y su mano dura se debe que el Islam sobreviviese a las rencillas sub-siguientes a la desaparición del Profeta; él será responsa-ble también de las primeras grandes decisiones doctri-nales, como la declaración de Mahoma como «último» profeta. No se nos debe escapar aquí el detalle de que el autoproclamado califa del Dáesh haya elegido su nombre para sí mismo. Abu Bakr inicia la saga de los califas rashidun, los bien guiados: Abu Bakr, Omar, Utman y Alí. Los tres últi-mos muertos violentamente. El tercero, Utman, pertene-cía a la familia Umeyda de La Meca, y, una vez califa, actúa con tal nepotismo que es eliminado vital y administrati-vamente en medio de un tumulto. Esto último no debió sentar bien a sus familiares, especialmente a Muawiya, un sobrino que se desempeñaba como gobernador y jefe de tropas en la recién conquistada Damasco. A continuación la shura elige a Alí Ibn Abu Talib, hijo adop-tivo del Profeta y primo carnal, casado con su hija Fátima y primer seguidor del Profeta. Este lo había señalado re-petidamente como el más brillante entre los musulmanes, el más fiero guerrero, el más sagaz capitán, el más sabio consejero. A nadie hubiera sorprendido que Mahoma lo designase como sucesor, pero este no designó a nadie, de modo que ya desde la elección de Abu Bakr la situación «electoral» estuvo preñada de claroscuros. Para el Islam, según la palabra del Profeta, existen cuatro mujeres perfectas: Asía, la esposa de Faraón —legenda-ria—; María, la madre de Jesús; Jadiya, la primera esposa Islam Primeros califas


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