MISCELÁNEA de Mahoma, y su hija Fátima, casada con el citado Alí, madre de, entre otros, Hasan y Hussein y, a la par, cabeza de todos los descendientes del Profeta —asunto no ba-ladí, ya que el único hijo varón de Mahoma, que lo tuvo con una esclava cristiana copta, murió aún infante—. Es decir, en Alí y sus hijos se concentraban todas las legi-timidades. Con Alí se inicia el gran cisma musulmán. En su contra tiene a Aisha, hija de Abu Bakr y esposa de Mahoma, en cuyos brazos se dice que murió el Profeta. Las crónicas cuentan que, acusada de infidelidad —era mucho más jo-ven que Mahoma—, contó con el apoyo a su versión por parte de casi todos. Alí se mostró frío y eso supuso su odio perpetuo, hasta tal punto que, tras la proclamación de este, Aisha apoya las pretensiones de Muawiya; esto da 86 lugar a la guerra civil, la primera fitna, que acabará con un acuerdo de arbitraje que, «sorpresivamente», da la razón a Muawiya y que Alí acata. Aquí tenemos ya la primera gran división. Por un lado, los partidarios de la legalidad de la shura, ahora en el campo del omeya Muawiya, al que le faltará tiempo para instaurar un califato hereditario con capital en Damasco, y de donde proceden los que conocemos como sunitas. Por otro lado, nos encontramos a los shiat ali, parti-darios de Alí, de donde viene lo de chiitas. Y por últi-mo, una tercera partida, los jariyíes —del radical árabe jaraya, «salir», es decir, los que se salen, los disidentes diríamos hoy—, uno de los cuales acuchillará a Alí —en el 661, apenas treinta años tras la desaparición de Ma-homa— mientras reza en la mezquita de Kufa, cerca de la actual Bagdad. Con Alí se inicia el concepto de imán, que según los chi-itas aúna la perfección humana con la línea de legalidad de la descendencia del Profeta. Él será el primer imán, al que sucede su hijo Hasan y sigue el mártir de Kerbala, su hermano Husein. Después vienen una serie de sucesores hasta el séptimo, Ismail, quien, según sus seguidores, los chiitas septimanos, pasa a ser el imán oculto, y para los otros, los duodecimanos, la saga continúa hasta ese punto en que también el imán pasa a la clandestinidad. De todo esto nos queda la gran división entre el Islam y ese reverdecer casi constante de grupúsculos de distinto pelaje que a lo largo de los siglos se apoyan en el viejo concepto de justicia que representaban los jariyíes. Mezquita de Kufa. Una de las tres grandes ciudades chiíes de Irak Seguidores de Mahoma y dinastías creadas
MEMORIAL DE INFANTERIA 74
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