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97 Alejandra Álvarez Suárez El colapso de un orden... contrarrestar la propaganda islamista a la que haremos referencia más adelante55. Por consiguiente, las acciones del régimen contra los Hermanos Musulmanes (como por ejemplo la famosa ley nº. 49 de 1980 por la que se decreta pena de muerte a los seguidores de este grupo) nada tienen que ver con la actitud conciliadora que los al-Asad han mostrado para con las élites sunníes, en particular con las urbanas. Las diferentes posturas que los ulemas han adoptado con respecto al conflicto que se inició en 2011 muestran la verdadera situación del islam sirio.56 Por último, el régimen se presenta a sí mismo como la única opción fiable para poder contener el islamismo, en lo que constituye un intento de asegurarse un apoyo permanente; tanto de las minorías religiosas presentes en el país como de los sunníes más moderados. Ambos grupos han transmitido indicios de sentirse aterrados ante tal alternativa, a modo de ejemplo: la comunidad cristiana, que en gran medida forma parte de la coalición reunida a su alrededor por los al-Asad, con el claro objetivo de asegurarse nuevos apoyos, tiende a considerar al régimen como un eficaz protector para lograr frenar, en su caso, un potencial dominio islamista que podría privarles de sus derechos.57 Esta estrategia ha conllevado al mismo tiempo la potenciación consciente del sectarismo y, en los últimos años, una permisividad tácita de la propaganda islamista. De este modo, cuando estalló el actual conflicto, pudo ser rápidamente presentado ante la opinión pública como una revuelta sunní y sectaria. Éste es el propósito por el que, a comienzos de la revuelta, el mismo régimen facilitó la liberación de presos islamistas para que pudieran unirse a las protestas y conferirle así un carácter religioso a los acontecimientos. Por lo que se refiere a los Hermanos Musulmanes –el grupo que más ha capitalizado la oposición al régimen de Damasco–, en la década de los 60 había divergencias en su seno respecto a qué forma debía adoptar el estado sirio o sobre la estrategia que habría de seguirse en el propósito de presentar una oposición firme al gobierno baazista. Mientras algunos miembros de esa corriente mostraban su apoyo hacia un modelo de estado y un gobierno enteramente islámicos, otros pensaban que la representación musulmana debía hacerse presente en un gobierno civil. Por otro lado, una facción defendía la desobediencia civil y la lucha armada, mientras que la otra distinta rechazaba 55  Cf. Mordechai Kedar, “In Search of Legitimacy: Assad’s Islamic Image in the Syrian Official Press”, Modern Syria: from Ottoman rule to pivotal role in the Middle East (Moshe Ma’oz et al.), Brighton-Portlans: Sussex Accademic Press 1999, 23-28; Eyal Zisser, “Syria, the Ba’th Regime and the Islamic Movement: Stepping on a New Path?”, Muslim World 95 (2005), 49-51. 56  Cf. Thomas Pierret, “The Syrian Baath Party and Sunni Islam: Conflicts and Connivance”, Middle East Brief 77 (feb. 2014), 1-7. 57  Cf. Shmuel Bar, Bashar’s Syria, The Regime and its Strategic Wordview, Herzliya (Israel): Institute for Policy and Strategy Interdisciplinary Center 2006, 396. http://revista.ieee.es/index.php/ieee


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