volando tan bajo en campo enemigo

AEROPLANO 30

claje, la parte inferior del plano arrastra un trecho por el suelo. Al notar el impacto el piloto ha actuado rápido el mando de corte de ignición del motor, que tiene a mano en el manillar, la compresión de los cilindros sin chispa lo detiene instantáneamente. Los más próximos acuden presurosos, él permanece inmóvil en su asiento, algo inclinado hacia delante, asiendo firmemente el manillar, el rostro crispado por la tensión todavía mantenida. Su pensamiento fluctúa entre el fastidio por el percance y el orgullo por protagonizar un accidente sin consecuencias, que le eleva a la categoría de piloto con historia. Ha conseguido hacer volar su aeroplano y evitado un mal mayor, su comportamiento ha sido digno de un piloto experimentado, al menos así lo habrán considerado cuantos han sido sus testigos y lo recordará la posteridad. Por un instante aparece en su mente la imagen de otra posibilidad, la de no haber encontrado obstáculo en el recorrido hacia delante y que el aeroplano hubiese ganado progresivamente altura, la emoción de verse ascendiendo le hubiera impedido ralentizar el motor, habría continuado volando pero ¿hacia donde, cómo, de qué manera hubiera seguido? Prefirió no seguir pensando en ello. Los periódicos del día siguiente contaban la hazaña y sus propias impresiones de la aventura, sus seguros comentarios de piloto frustrado por un golpe de mala suerte en el camino de la gloria, estaba decidido, aquello seguiría adelante a pesar de todo. Pero no siguió, ignoramos la razón, posiblemente hubo muchas diferentes causas, quizás una de ellas era que los pilotos que conseguían volar alto y lejos tardaban demasiado en lograrse, que los aeroplanos se rompían casi cada vez que intentaban volar, que una reparación tras otra representaban mucho coste económico. Aún faltaba camino por recorrer y en España no existía la costumbre de que el Estado allanara y cementara los caminos del progreso con sus presupuestos. Y así nos quedaríamos aún, por largo tiempo. En otros países iban más despacio, en Inglaterra se voló por primera vez, en Doncaster, el 15 de octubre de este mismo año, con un aeroplano no inglés, Barcelona y Madrid unos meses después, aeroplano y pilotos franceses, poco después de estas fechas en Valencia, playa de la Malvarrosa, donde subsistió el aeródromo hasta 1933, año en que le sustituyó el actual Manises. CONCLUSIÓN EN EL SIGLO XXI Nuestra mirada de hoy hacia un siglo atrás está cargada de admiración y benevolencia, cien años en la Historia no son nada y en Aviación han rebasado las más calenturientas imaginaciones. Nuestros antepasados de entonces jamás lo hubieran podido suponer, Wright, Bleriot u Olivert era imposible que pudieran soñar con una aviación comercial de pasajeros a las pocas décadas, años 30, compañías aéreas prestando servicios regulares, el Jumbo, Concorde o el Airbus 380 surcando los océanos, mucho antes de los cien años después de sus tímidos primeros saltos, o con superpotentes y omniautomáticas máquinas de guerra. O caprichosos turismos espaciales, como los que ya se están ofreciendo al mundo. Hoy, nuestra vista vuelta hacia atrás hace que personas que han vivido una parte importante de este trayecto de progreso se solacen con la vuelta a los primeros tiempos, vuelvan a construir lo que entonces intentaron, aplicando nuevas técnicas y procedimientos, haciendo fácil y seguro lo que fue casi imposible y temerario, mucho antes 13 de los primeros cien años que, hace poco, conmemorábamos. > Julien Mamet junto al avión Bleriot XI, el 23 de marzo de 1910, disponiéndose a efectuar el primer vuelo en Madrid, desde el hipódromo de la Ciudad Lineal.


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