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AEROPLANO 30

Este artículo es la continuación del publicado también sobre observadores en el número 28 de la revista AEROPLANO. En esa ocasión se presentaba la trayectoria de los observadores desde aquellos que tripularon primitivos globos hasta los que contribuyeron decisivamente al éxito de los grandes vuelos. La gloriosa trayectoria de aquellos observadores hizo que la Aviación militar española fuese considerada como una de las más avanzadas e innovadoras. Una preparación adecuada, un elevado grado de profesionalidad y el valor de aerosteros y aviadores hizo posible responder a los retos que supuso la conquista del aire. Los observadores contribuyeron con su esfuerzo y conocimientos a que globos, dirigibles y aeroplanos tuvieran un protagonismo decisivo en las operaciones militares de la época. La formación de los observadores de aeroplano españoles en la etapa de la Escuela de Observadores de Cuatro Vientos fue de gran calidad y constituyó un hito en las enseñanzas de navegación en la historia de la Aviación militar. En efecto, en sus mejores años de actividad la citada Escuela preparó con esmero a centenares de aviadores españoles y extranjeros, principalmente iberoamericanos. El éxito de la Escuela de Cuatro Vientos estuvo basado en la calidad del profesorado que permitió impartir una enseñanza de gran rigor científico y técnico. La Escuela de los Alcázares en un bando y la Escuela de Observadores y Tripulantes de Málaga en el otro, tomaron el relevo a Cuatro Vientos durante la Guerra Civil. En los Alcázares ya había una tradición en la enseñanza del curso de Observador por haberse realizado allí durante muchos años la fase de tiro y bombardeo de los cursos de la Escuela de Cuatro Vientos. La Escuela de Málaga, creada en plena contienda siguió activa al final de las hostilidades y pasó el testigo a la Academia General de Aire (AGA) que ya desde sus primeros cursos se ocupó de la enseñanza de la navegación, la fotografía aérea, las técnicas de bombardeo y otras materias afines que constituyeron el grueso del currículo de la Escuela de Cuatro Vientos. La creación de la Escuela de Observadores dentro de la AGA marcó un hito en la renovación de los estudios de Observador. Sin embargo, tras muchos años de esfuerzo docente, el curso de Observador dejó de impartirse en la AGA hace cerca de cuatro lustros por razones de diversa índole que se tratarán de explicar más adelante. En todo caso, todavía hay muchos aviadores que lucen con orgullo en sus uniformes la estrella dorada de cinco puntas que distingue el emblema de título de Observador1 de aeroplano. Por otra parte, existe la opinión de que sigue habiendo necesidad de aviadores, que sin tener que ser pilotos, posean una preparación actualizada y profunda en los muchos aspectos operativos de la Aeronáutica y la Astronáutica. La preparación de esos aviadores (que podrían ser los observadores) tendría cabida en los planes de estudio de la AGA como ya ocurrió durante muchos años. Esos planes incluirían las materias tradicionales enseñadas en los cursos de Observador debidamente actualizadas y se completarían con las asignaturas y prácticas que se considerasen necesarias para dar a los alumnos una completa formación sobre la utilización del aire y el espacio en el marco de la defensa. En las reflexiones con que termina este artículo se esbozarán las razones que avalan la necesidad operativa de un oficial con las características definidas anteriormente, es decir un Observador del siglo XXI. CAMBIOS EN CADENA Y EL FIN DE UNA ÉPOCA Como se indicaba en el artículo “Observadores desde el aire I”, la fracasada revuelta del 15 de diciembre de 1930, en Cuatro Vientos, fue la causa inmediata de nuevos y profundos cambios en la Aeronáutica. En esos años los observadores siguieron la trayectoria del resto de los aviadores militares y tuvieron un importante protagonismo en la vida de la Aviación militar ocupando puestos relevantes en la cadena de mando. Esos cambios que ya se habían iniciado a comienzos de 1930 estuvieron motivados también por otras causas, entre ellas las discrepancias entre los distintos servicios sobre el papel de la Aeronáutica. Kindelán fue sustituido al frente de la Aeronáutica por el general Amado Balmes, de brillante carrera militar y observador de aeroplano desde 1923, pero que no había tenido ningún destino anterior en la Aeronáutica. Balmes fue a su vez sustituido el 8 de enero de 1931 por el general Luis Lombarte, también observador, con el nuevo cargo de Director de Aeronáutica. En la misma fecha se publicó el Real Decreto que suprimió la Jefatura Superior de Aeronáutica, la escala del Servicio de Aviación, el uniforme verde amarillo y muchas de las reformas de la legislación de 1926. Estos cambios, que supusieron una marcha atrás2 en el desarrollo orgánico de la Aeronáutica y en concreto de la Aviación, fueron realizados por el gobierno Berenguer coincidiendo con una situación política muy inestable. Proclamada la República el 14 de abril de 1931, el comandante Ramón Franco sustituía al día siguiente al general Lombarte en la Dirección de la Aeronáutica militar. Por otra parte, el comandante Pastor fue nombrado jefe del Servicio de Aviación el 22 de abril de 1931. Un decreto de 13 de mayo 1931 anuló las disposiciones relativas a la Aeronáutica posteriores al 15 de diciembre de 1930. Como consecuencia se volvió a la organización de 1926 y se restableció la Jefatura Superior de Aeronáutica. Sin embargo, se mantuvo la supre- 37


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