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piezas matrizadas. Incluso los dos depósitos de gasolina eran de duraluminio. El revestimiento de las superficies sustentadoras, de los mandos y parte del revestimiento del fuselaje eran de entelado. El avión metálico, el caso del Breguet XIX, requería ciertamente un mayor despliegue tecnológico e industrial y, como consecuencia lógica, mayores inversiones económicas, pero a cambio las estructuras metálicas bien calculadas suponían aviones más ligeros, fiables y seguros como el tiempo se encargó muy pronto de demostrar: Era en definitiva el avión del futuro. LAS ALEACIONES LIGERAS Y EL TALLER DE FUNDICIÓN Una consecuencia directa de la producción del Breguet XIX fue la entrada de CASA en actividades industriales relacionadas con las aleaciones ligeras. Cerrado el acuerdo de licencia fue necesario crear un taller de fundición para producir piezas para el Breguet XIX que pronto comenzó a trabajar para el exterior. Una de las decisiones adoptada por el Consejo de Administración en la decisiva reunión del 12 de mayo de 1924 fue entablar contacto con Alfredo Müller Hoeller, representante en España de Metallbank & Metallurgische Gs. AG, para conocer las condiciones en que esa empresa alemana había establecido contratos en otros países para la explotación y venta del siluminio, una aleación de aluminio con alrededor del 12% de silicio destinada fundamentalmente a la producción de piezas fundidas. La negociación fue rápida, hasta tal punto que la también antes citada visita de Ortiz-Echagüe a Francfort tras su paso por París tenía entre sus principales objetivos acordar los términos de un contrato con esa firma alemana que se tradujo en la fundación de la empresa Metales Ligeros, SA. Esta empresa fue constituida el 30 de enero de 1925 ante el notario José Toral y Sagristá una vez que el Consejo de Administración de CASA concedió su beneplácito a la operación en su reunión del 8 de noviembre anterior. Metales Ligeros, SA, tenía por objeto la compra, venta y fabricación de metales ligeros y sus aleaciones tanto en lingotes como en productos acabados. Su sede estaba en Madrid y su capital social era de 60. 000 pesetas distribuido en 120 acciones nominativas de 500 pesetas, de las cuales 50 (por una valor de 25.000 pesetas) fueron suscritas por CASA. La nueva sociedad, cuyo presidente fue José Ortiz-Echagüe, emplearía las instalaciones de Getafe y su taller de fundición para sus actividades productivas pues produciría elementos de los Breguet XIX. La vida de Metales Ligeros, SA, fue efímera. Se disolvió por acuerdo de su Junta General en 1928 según consta en el acta de la reunión del Consejo de Administración de CASA del 23 de noviembre de ese año. La razón allí escrita para la disolución fue ... el poco resultado obtenido con la venta del siluminium. CASA no obstante continuó comercializando aleaciones ligeras, a las que sumó más adelante las de magnesio, pues en 1932 adquirió la licencia para producir la aleación entonces referida como «Elektron». Las instalaciones que fueron de Metales Ligeros, SA, se ampliaron entre 1931 y 1933 y el taller de fundición de Getafe quedó formado por tres naves de 30x12 m cada una que, junto con las oficinas, almacenes y servicios auxiliares, sumaban una superficie cubierta de alrededor de 1.240 m². Estaba dividido en tres secciones independientes destinadas respectivamente a las aleaciones de aluminio; a las aleaciones de magnesio; y a los bronces, latones y metales en general. Concluida la Guerra Civil el taller de fundición continuó produciendo piezas fundidas para usos propios y para empresas del exterior, fundamentalmente de automoción, actividad que supuso un cierto alivio económico en las épocas difíciles que tuvo que afrontar CASA en los años cuarenta y cincuenta. EL MOTOR JÚPITER Cuando Ortiz-Echagüe partió para Paris y Francfort en el verano de 1924 llevaba también en cartera el inicio de gestiones con la Société des Moteurs Gnôme et Rhône acerca del motor Jupiter que esa sociedad francesa construía bajo licencia de la firma británica Bristol. 84 La factoría de Getafe vista en dirección noroeste hacia 1931. El avión aparcado en solitario es un Junkers G 24, muy probablemente de CLASSA. Hacía falta un ingeniero jefe que se hiciera cargo del ‘programa Breguet XIX’. Fue probablemente Ortiz-Echagüe quien sugirió a Luis Sousa Peco a quien conocía por su coincidencia en los talleres de Cuatro Vientos


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