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teriores, pero con un ímpetu y una visibilidad desconocidos hasta entonces. Se insta a los Estados a adoptar todas las medidas para que la mujer llegue a puestos de poder a todos los niveles1 y se empieza a hablar de «género» como término que incluye los aspectos socioculturales que influyen en las relaciones entre hombres y mujeres y sus funciones y tareas. Se establece un ambicioso plan de acción dentro del que se identifican 12 campos específi-cos, entre los que se encuentra el de mujer y conflictos armados y los Estados se comprometen a adoptar una perspectiva de género en todas sus acciones y decisiones. Esta plataforma es apoyada por la propia Asamblea General de las Naciones Unidas, con lo que su influencia es mucho mayor. Así, el punto dedicado a «la mujer y los conflictos armados» destaca, por lo que a nosotros nos interesa, el papel de la mujer como constructora de paz, la necesidad de articular medidas que permitan su participación en los procesos de transición y la necesidad de promover esta participación: «La igualdad de acceso a las estructuras de poder y la plena participación de las mujeres en ellas y en todos los esfuerzos para la prevención y solu-ción de conflictos son fundamentales para el mantenimiento y fomento de la paz y la seguridad. Aunque las mujeres han comenzado a desempeñar una función importante en la solución de conflictos, en el mantenimiento de la paz y en los mecanismos de defensa y de relaciones exteriores, si-guen estando insuficientemente representadas en los niveles de adopción de decisiones. Para que las mujeres desempeñen en pie de igualdad una función en la tarea de lograr y mantener la paz, deben alcanzar responsabi-lidades políticas y económicas y estar representadas debidamente en todos los niveles del proceso de adopción de decisiones»2. Por lo que se refiere 1  Por ejemplo, en el campo específico de los conflictos se habla de que(18) «La paz local, nacional, regional y mundial es alcanzable y está inextricablemente vinculada al ade-lanto de la mujer, que constituye una fuerza fundamental para la dirección de la comunidad, la solución de conflictos y la promoción de una paz duradera a todos los niveles». 2  139. Durante los conflictos armados y la destrucción de las comunidades, la función de las mujeres es decisiva. Ellas procuran conservar el orden social en medio de los con-flictos armados y de otra índole. Las mujeres aportan una contribución importante, aunque con frecuencia no reconocida, como educadoras en pro de la paz tanto en sus familias como en sus sociedades. 140. Para conseguir una paz duradera es imprescindible impartir, desde temprana edad, una educación que promueva una cultura de paz en que se defienda la justicia y la tolerancia para todas las naciones y los pueblos. Esa educación debe incluir elementos de solución de conflictos, mediación, disminución de prejuicios y respeto por la diversidad. 141. Al encarar los conflictos armados o de otra índole, debería fomentarse un criterio activo y visible de incorporar en todas las políticas y programas una perspectiva de género, de manera que antes de adoptar una decisión se analicen los efectos sobre la mujer y el hombre respectivamente.(Plataforma de acción de Pekín aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 15 de septiembre de 1995). 20


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