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REVISTA SANIDAD FAS JUL SEP 2016

Análisis de la energía y nutrientes de las raciones individuales de combate y su adecuación... Sanid. mil. 2016; 72 (3)  189 no complejos, preferentemente procedentes de alimentos integrales, para aumentar también el contenido de fibra. Las diferencias entre el contenido en proteínas y lípidos obteni-dos mediante análisis químico y el expresado en el PPT pueden obe-decer a que en las empresas alimentarias el contenido de nutrientes suele calcularse a partir de tablas de composición de alimentos, que expresan el contenido medio de nutrientes y no contemplan las ló-gicas variaciones individuales de los productos. Además, es normal que exista cierta variabilidad entre las unidades de producción, más aun tratándose de platos preparados. Sin embargo, en algunos ca-sos las diferencias son notables y no se justifican por las dos razones anteriores. Por esta razón, sería conveniente realizar el seguimiento y control de los productos que se incluyen en los diferentes módu-los, estando disponible para esta función el Centro Militar de Vete-rinaria de la Defensa, acreditado en la realización de estas técnicas por la Entidad Nacional de Acreditación. El pliego de prescripciones técnicas no establece la cantidad de sodio que deben incluir las RIC. No obstante, se decidió analizar el contenido por su importancia actual, dada la relación causal que existe entre el consumo de sodio y la hipertensión arterial. El sodio es esencial para mantener la osmolaridad del suero, el volumen ex-tracelular y permitir el transporte activo de moléculas a través de las membranas celulares, pero consumido en exceso interviene de for-ma directa en el incremento de la tensión arterial y el mayor riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular20,21. Por esta razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo máximo diario de 2 g de sodio por persona22 (<5 g/día de sal) y las autoridades sanitarias, nacionales e internacionales, han puesto en marcha estrategias para promover la reducción del consumo de sal23,24. En nuestro estudio se observa que todos los menús aportan aproximadamente el triple de la cantidad máxima recomendada de sodio por la OMS y algunos módulos, por si solos, contienen más sodio que el recomendado para todo el día. El trabajo y la actividad física intensa aumentan las pérdidas de sodio a través del sudor, que se verían incrementadas en misiones desarrolladas en ambientes ca-lurosos y donde el personal no estuviese aún bien aclimatado. Por esta razón, en el documento técnico que acompaña al STANAG 2937 (Allied Medical Publication-1.11) se justifica que las raciones aporten 2,3 g de sodio al día, que podría incrementarse hasta 12 g/ día mediante suplementos y sobres de sal, que se consumirían según fuese necesario. Si bien estas recomendaciones del panel de expertos de la OTAN son superiores a las fijadas por las autoridades sanita-rias, la pequeña diferencia que existe entre ambas (0,3 g de sodio) y el corto período de tiempo durante el que van a consumirse las raciones (menos de 30 días) evita que un consumo de sodio por encima de 2 g/día pueda tener efectos perjudiciales sobre la salud. En cambio, en el caso de las raciones de combate españolas, el con-tenido de sodio de las RIC y los menús parece excesivo y supera ampliamente cualquier recomendación, además de que todas las ra-ciones contienen cuatro sobres de polvo isotónico defatigante, que aportan 1 g adicional de cloruro sódico, que podrían ingerirse en caso de una necesidad adicional de sodio. CONCLUSIONES Las raciones individuales de combate cubren satisfactoriamente las necesidades energéticas del personal militar español en misiones y maniobras, habiendo considerado el escenario más exigente, con un reparto razonable de la ingesta energética a lo largo del día. No obstante, existe margen de mejora mediante la reducción del con-tenido de lípidos, especialmente de aquellos procedentes de carnes procesadas, la disminución de la cantidad de sal que se adiciona y el incremento del contenido de hidratos de carbono complejos, pre-feriblemente procedentes de alimentos con alto contenido en fibra. BIBLIOGRAFIA 1. 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