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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 345

reservistas voluntarios Pablo Gárriz, técnico de Emergencias «Me permite seguir aprendiendo» Deseo ser útil y servir a los demás, por eso me siento especialmente identificado con la UME, que tiene por lema «¡Para servir!», afirma Pablo Gárriz Galván, reservista voluntario con el empleo de teniente de Infantería de Marina. Un servicio que es recíproco, «porque me permite seguir aprendiendo en un entorno muy relacionado con mi profesión», asegura este madrileño de 41 años, que posee, entre otros reconocimientos, la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco y la Medalla al Mérito de Protección Civil del Ministerio del Interior. Técnico director de Emergencias del Gobierno Balear y coordinador del distrito de Ibiza y Formentera, concejal quiso volver a las Fuerzas Armadas? —Sí, fue una experiencia muy positiva. Por eso, cuando se creó la reserva voluntaria, me presenté a una plaza de seguridad operativa en Infantería de Marina. Mi unidad de destino es el Tercio de Levante en Cartagena, aunque actualmente mi unidad de activación preferente es la UME. Me ha resultado muy fácil integrarme por varios motivos: Marco Romero/MDE del Ayuntamiento de Ibiza y presidente de la Asociación Española de Lucha contra el Fuego (ASELF), afirma que «las personas que procedemos del ámbito civil venimos con ‘mochilas’ que pueden ser muy valiosas para la defensa». —Usted fue soldado profesional ¿Tanto le gustó que por mi experiencia militar previa; porque mi formación y actividad profesional están directamente vinculadas con las misiones de la UME; y porque en mi puesto civil me corresponde ser el enlace local de la UME. Además, en emergencias reales, la UME se integra en el Puesto de Mando Avanzado que suelo dirigir. Desde el primer momento y en todos los aspectos, me han acogido muy bien. —¿Cuándo se produjo su primera activación en la UME? —De noviembre de 2014 a marzo de 2015, me incorporé durante cinco meses completos al Centro de Información y Difusión de Inteligencia (CIDI) del Cuartel General, en Torrejón, como analista de inteligencia de Riesgos Tecnológicos. —¿Cuáles son sus cometidos? —Además de mis labores como analista, refuerzo el área de Riesgos Naturales cuando se estima necesario, he impartido formación, he sido activado en el Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales (GIETMA), he dado apoyo en procesos de certificación operativa y he colaborado y asesorado en varios proyectos y ejercicios, entre ellos, en los tres últimos de nivel 3 (emergencia de interés nacional). —¿Cómo concilia los periodos de activación con la vida familiar y laboral? —No es nada fácil, pero cuento con el total apoyo de mi mujer y el soporte de mi entorno cercano (aunque a alguno le cuesta entenderlo, más cuando pierdo dinero). Las activaciones, sobre todo cuando se producen por periodos prolongados, tienen para mí la dificultad añadida de la insularidad. Esto supone no tener la posibilidad de coger un coche y llegar en cualquier momento a casa, ya que dependo de los vuelos. Conlleva un considerable coste y, si hay cualquier problema en casa, sufrir la incertidumbre de la no inmediatez. En cuanto al trabajo, para ausentarme utilizo vacaciones, compensaciones de horas extras, permisos… —¿Le compensa? —Completamente, tanto por el contenido de lo que hago como por el entorno de trabajo, el nivel de profesionalidad y los compañeros. Además, la UME contribuye a garantizar de manera directa la seguridad de los ciudadanos, lo cual, para mí, es uno de los pluses de esta Unidad. en prevención de riesgos laborales, técnicos en emergencias, arquitectos, ingenieros, psicólogos, informáticos, ingenieros forestales, odontólogos, farmacéuticos y veterinarios. «Integramos —explica el coronel Olalla— a reservistas que, por su especial capacitación profesional, pueden incorporarse rápidamente a la estructura de la UME, desempeñando cometidos directamente relacionados con la intervención en emergencias». El jefe de Estado Mayor resalta también el «elevado grado de fidelización » de los reservistas asignados a la UME. «Más del 80 por 100 de ellos —precisa— solicita activaciones anuales y mantiene permanentes y estrechos lazos con la Unidad». FORMACIÓN Además de los 60 reservistas incorporados este año para la prestación de servicios, que permanecieron un total de 100 meses —en periodos de entre uno y cuatro meses—, la UME activó en 2017 a otros 128 civiles para formación continuada, por un plazo de 15 a 30 días. El objetivo de esta formación continuada es que los reservistas voluntarios conozcan las misiones y los cometidos de su área de activación, pero también se emplea para adiestrarles en los protocolos de actuación en caso de una emergencia de nivel 3; por eso son activados para participar en los ejercicios de puestos de mando CPX, preparatorios del ejercicio anual que se lleva a cabo en colaboración con una comunidad autónoma, y para el desarrollo del mismo ejercicio. Veintiocho de ellos han realizado este mes de noviembre el Núcleo de Instrucción de Reservistas Voluntarios de la UME (NIRVUME), curso básico de emergencias que realiza todo el personal destinado en la UME, de capitán a soldado, pero dirigido exclusivamente a los reservistas voluntarios. Se imparte durante dos semanas en la Academia de Infantería del Ejército de Tierra, en Toledo, y consta de clases teóricas y prácticas para conocer las actuaciones y capacidades de la UME en incendios forestales, sanidad, inundaciones, nevadas, rescate… Su realización es un requisito previo para la activación. Santiago F. del Vado/Fotos: UME Diciembre 2017 Revista Española de Defensa 27


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