r e c e n s i ó n El último libro del científico y general en la reserva Guillermo Velarde examina la evolución de la investigación nuclear en España La bomba atómica española que no fue Coronel Ángel Gómez de Ágreda Área de Análisis Geopolítico (DICOES-SEGENPOL) UNA curiosa maldición china reza: «Ojalá vivas tiempos interesantes». Para los nacidos en España en el periodo entre las dos guerras mundiales esa experiencia estaba garantizada. Pocos, no obstante, sacaron tanto provecho a esos tiempos como el hoy general del Ejército del Aire en la reserva Guillermo Velarde Pinacho, una de las figuras científicas españolas más sobresalientes del siglo XX y uno de los primeros en descubrir, por cuenta propia, el método para la fabricación de la bomba termonuclear. Su último libro, Proyecto Islero, cuando España pudo desarrollar armas nucleares (Editorial Guadalmazán S.L., 2016), es más un paseo histórico por los años centrales del siglo pasado que un sesudo texto científico. Es el relato de la poco conocida excelencia científica de los españoles de la época —muchos de ellos militares, como corresponde a la mejor tradición de nuestros ejércitos— y de las decisiones políticas adoptadas en función de las complejas realidades del momento. Ya en 1948 existía en España una Junta de Investigaciones Atómicas (JIA) que, de forma discreta, comenzó a desarrollar unos primeros estudios para obtener este tipo de energía, por entonces aún novedosa. Tres años después, la JIA pasó a denominarse Junta de Energía Nuclear (JEN) y, ya con un carácter público, conformó junto al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), la triada española de la investigación y desarrollo científicos. Desde 1986, la JEN pasó a denominarse Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), acepción con la que se la sigue conociendo actualmente. En 1957, el entonces capitán de navío José María Otero, director de la JEN, eminente científico en el campo de la óptica y al que se considera el padre de la energía nuclear en España, envió a Velarde a estudiar y trabajar en los Estados Unidos. Ambos trajeron a España algunos de los más avanzados conocimientos científicos de la época. La JEN se convirtió en uno de los más prestigiosos centros del mundo en dicha materia y en un referente europeo junto con sus homólogos de Francia y el Reino Unido. El regreso de Velarde a Madrid en 1963 se vio acelerado por el encargo de desarrollar el estudio de viabilidad y el proyecto de fabricación de bombas atómicas de producción nacional, empresa que, según las autoridades de la época, proporcionaría a España una fuerza disuasoria militar y una influencia política acorde a su papel en la historia. Guillermo Velarde, actuando siempre en su condición de académico y sin hacer uso —para evitar suspicacias por parte de otros países— de su condición de militar, fue el encargado de dirigir el proyecto. Tres largos años de trabajo intensivo le llevaron a su culminación y a desarrollar algunos de sus componentes. Bajo el liderazgo del propio Velarde, buena parte de la JEN se puso a trabajar en las distintas ramas del proyecto que, con el transcurso de los años, irían convergiendo progresivamente. Para ello se contaba con el primer computador de cálculo científico de España, un UNIVAC-UCT adquirido en 1960, que iba a permitir el desarrollo de las complejas operaciones matemáticas necesarias para determinar, de forma precisa, la configuración de la bomba. La historia del desarrollo del proyecto es la de la convergencia de todas esas ramas de estudio a lo largo de los siguientes años. Decidido el uso del plutonio en lugar del uranio como base de la bomba, se hizo necesario estudiar las distintas opciones disponibles para su obtención. Aquí el relato nos introduce en consideraciones sobre eficiencia, seguridad —se descarta, por peligroso, el modelo de central que utilizaron los soviéticos en Chernobyl— y oportunidad política. El resultado fue la construcción de la central 64 Revista Española de Defensa Diciembre 2017
REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 345
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