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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 345

Son esas curiosidades las que dan un valor añadido a la colección, entre ellas, las piezas del Tesoro del Delfín. Fue atesorado por el rey francés Luis XIV para regalárselo a su hijo, el Delfín de Francia, quien murió antes de reinar y, por tanto, pasó a manos de su nieto, Felipe V. Este monarca, al subir al trono de España, trajo el tesoro a nuestro país donde permaneció casi todo el siglo XVIII, hasta que las tropas napoleónicas se lo llevaron de nuevo a Francia. Tras el tratado de paz que puso fin a la Guerra de la Independencia, el tesoro retornó a España y los encargados de traerlo fueron los artilleros. Las piezas más espectaculares, con piedras preciosas, se encuentran en el Museo del Prado. Pero había otras parcialmente rotas que se trajeron al entonces Colegio de Artillería para utilizarlas como piezas de enseñanza. Entre estas últimas se encuentra un jade tallado con motivos chinos, un candelabro de alabastro, copas de jaspe y medallones de lapislázuli iguales a los que adornan las mesas de las salas principales del Museo del Prado. «Otras piezas que llaman mucho la atención a los que visitan la colección de minerales de la Academia son la defensa de un pez sierra y una Gorgonia de gran tamaño», añade el brigada Zapata. También destacan unas piezas de azufre extraídas en Conil (Cádiz) en 1772, de la finca del duque de Medinasidonia. El yacimiento fue localizado por naturalistas británicos que pidieron permiso a Carlos III para Arriba, candelabro de alabastro perteneciente al Tesoro del llevarse los cristales de azufre a Inglaterra. Se les concedió con la condición de que viajara con ellos un equipo español y extrajeran dos piezas iguales, una para el British Museum y otro para los Reales Gabinetes, actualmente, el Museo de Ciencias Naturales. Los artilleros fueron los encargados de trasladar la pieza española hasta Madrid pero al pasar por Despeñaperros se les cayó y se rompió. Así que regresaron a Conil, cogieron otra pieza lo suficientemente grande y algunos de los trozos de la que se había hecho añicos los llevaron a su Colegio. geología Pero el grueso de la colección principal la compró el general García Loygorri en 1817. Era el ramo minerológico del gabinete de Casimiro Gómez Ortega quien lo había heredado de su tío José Ortega, boticario de los Reales Ejércitos. Éste, a su vez, lo había heredado del difunto marido de su mujer, Luis Llorente, que, en 1711 había comprado una botica que incluía esa colección. Esta fecha es la que establece la antigüedad de la muestra conservada en la Academia aunque, lógicamente, es anterior. Las piezas fueron pagadas con el bronce extraído de fundir cañones viejos. El resto de las subcolecciones fueron llegando al centro a lo largo de los siglos XIX y XX procedentes del Museo del Ejército, del Real Gabinete y de la Comisión del Mapa Geológico de España. Esta Comisión reunió una serie de colecciones que regaló a las instituciones educativas de rango superior, entre ellas, la Academia de Artillería. Casi todas se han perdido a excepción de las 17 piezas que conserva la Universidad de Zaragoza y las 400 que donaron al centro militar. La colección de minerales de la Academia «no se caracteriza precisamente por la espectacularidad estética de sus piezas —afirma Andrés Díaz— ya que estaban seleccionadas para ser empleadas con fines didácticos». Tampoco por el valor de las mismas que, salvo excepciones, son especies minerales y piezas comunes fáciles de adquirir. El verdadero valor radica en las etiquetas, inscripciones, grabados y bandejas que tienen casi todas las piezas. «A través del etiquetado se puede reconstruir la evolución de las clasificaciones minerológicas y petrológicas en España a lo largo de los últimos dos siglos, lo que le confiere, además, importancia históricocientífica », señala Díaz. Por eso, la colección «es única en su género en España y probablemente en el mundo». De ella disfrutan las más de 4.000 personas que la visitan cada año. Elena Tarilonte Fotos: Hélène Gicquel COLECCIONES La colección está compuesta en un 60 por 100 por minerales, pero también hay rocas, fósiles, aleaciones, fundidos y escorias. Las primeras piezas llegaron al entonces Real Colegio de Artillería cuando se fundó en 1764 provenientes de los centros de Barcelona y Cádiz disueltos al crearse el de Segovia. A ellas se sumaron las aportaciones del francés Louis Proust, autor de la Ley de las Proporciones Definidas y considerado uno de los padres de la química moderna quien, Delfín; debajo, la defensa de un pez espada. tras ser contratado como profesor en 1786, solicitó una completa colección de minerales. Como aún no se había terminado de construir lo que sería la Casa de la Química, Proust fue comisionado para recorrer España y conocer las mejores minas —aún se conservan 12 minerales de los que trajo de ese viaje, fundamentalmente de Almadén y Linares—. Hasta 1792 no llegó la colección, formada por 134 piezas que tenía duplicadas el Real Gabinete de Historia Natural. Diciembre 2017 Revista Española de Defensa 51


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