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Llantas de aleación ligera de magnesio fabricadas en el taller de fundición de la factoría de Getafe para automoción y aeronáutica decreto de abril de 193317. El objetivo fue aglutinar bajo su control las funciones encomendadas a la Dirección General de Aeronáutica Civil, a la Jefatura de la Aviación Militar –has-ta entonces dependiente del Ministerio de la Guerra–, a la Dirección de Aeronáutica Naval del Ministerio de Marina, y al Servicio Meteorológico Nacional –afecto al Instituto Geo-gráfico 88 y Catastral–. A efectos de la industria aeronáutica, la nueva dirección general tendría una Sección de Servicios Técnicos e Industriales, a cuyo cargo estarían, entre otras, la gestión de la Escuela Superior Aerotécnica y «... las investi-gaciones científicas, el fomento de la industria aérea nacio-nal, la determinación de los prototipos, la nacionalización de patentes y primeras materias, las adquisiciones de materiales y las construcciones de todas clases». Sin embargo, lo que un editorial de Revista de Aeronáutica acogió como «una prometedora realidad» con un derroche de parabienes, no iba a pasar a efectos prácticos de una declaración de intenciones; en otras palabras, la flamante nueva organización no iba a derivar en la reactivación de la industria y, de hecho, quedó en nada a efectos prácticos18. Una declaración oficial implícita de que así sucedió, apareció en el preámbulo de la convocatoria para exámenes de ingre-so en la Escuela Superior Aerotécnica de 193519: «La falta de trabajo para los ingenieros en general y en particular para los de la especialidad aeronáutica, aconsejan restringir la formación de estos ingenieros, y en particular para los que no dispongan de otras es-pecialidades donde pudiesen encontrar su medio de vida ínterin el desarrollo de la industria aeronáutica en nuestro país no les permita dedicarse a esta especia-lidad … Esta Presidencia ha dispuesto se convoque a exámenes de ingreso en la Escuela Superior Aerotéc-nica en la forma indicada a continuación, pero advir-tiendo a los aspirantes a ingreso que la convocatoria para el primer curso preparatorio para ingeniero aero-náutico en cuatro años será por el momento la última de esta clase, quedando en suspenso esta modalidad de la carrera de ingeniero aeronáutico»20. CASA contempló con preocupación la reorganización de abril de 1933, que se complementaría con unas normas para el funcionamiento de la nueva dirección, aparecidas pocos días después del nombramiento de Ismael Warleta de la Quin-tana como director general de Aeronáutica21. Y ello era así porque el Consejo de CASA conocía desde marzo de ese año, en boca de José Ortiz-Echagüe, que la Aeronáutica Militar no se proponía efectuar más pedidos de material que los indis-pensables para la conservación de las unidades entonces operativas. Para la renovación de aviones que se considerase necesaria, la Dirección General de Aeronáutica adquiriría en el extranjero las licencias de construcción de los aviones que fueran seleccionados, para luego sacar a concurso entre las industrias su fabricación en España. Huelga decir que esa política era de todo punto negativa para los intereses de la industria nacional, porque suponía la renuncia al desarrollo de proyectos en beneficio de la cons-trucción bajo licencia, y por añadidura dejaba bajo mínimos la posible participación de aquella en la toma de decisiones. No obstante, se opinaba que los planes de la Sección de Servicios Técnicos e Industriales podrían ser objeto de ex-cepciones, cuando el tipo de avión que se decidiera adoptar estuviera amparado por unas licencias de fabricación que ya poseyeran de antemano las industrias. A la luz de esas circunstancias, Ortiz-Echagüe concibió la posibilidad de an-ticiparse a los acontecimientos, presentando a la Dirección General de Aeronáutica modelos de aviones que fueran a priori interesantes, con su licencia de producción ya com-prometida en manos de CASA, para así terciar en la toma de decisiones.


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