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La Unión Europea decidió apoyar a la Fuerza G5 con material, logística y más de 400 millones de euros plegado misiones civiles y militares en la zona además de diversas iniciativas de cooperación. También destaca el compromiso de determinados países como Francia —en 2013, París lanzó y lideró la operación Serval, que, dos años después, cambió su nombre a Barkhane y amplió su radio de acción a todo el Sahel— o Estados Unidos, que como parte del Africom, tiene instalaciones o unidades desplegadas en prácticamente todos los países del área para luchar contra el yihadismo. Además, hay dos iniciativas multinacionales de seguridad integradas por países africanos: la Multinational Joint Task Force, constituida bajo el auspicio de la Unión Africana por Benin, Camerún, Chad, Níger y Nigeria para hacer frente a los yihadistas de Boko Haram (el pasado 28 de febrero liberaron a más de 1.000 secuestrados en una operación conjunta en Camerún) y, la recién creada Fuerza Conjunta G5 Sahel. «Es, muy probablemente, el proyecto de seguridad más importante establecido en mucho tiempo; es la primera vez que un grupo de países africanos se ponen de acuerdo para trabajar conjuntamente contra el terrorismo y el crimen organizado con un enfoque integral que combina la seguridad con el desarrollo», afirmó el presidente francés, Emanuelle Macron, en el acto de constitución de la FCG5S del pasado mes de junio. La unidad contempla la creación de fuerzas permanentes africanas desplegadas a lo largo de las fronteras capaces de funcionar juntas bajo una estructura centralizada de comando y comunicación. Con su cuartel general en Sévaré (Malí), el despliegue se llevará a cabo en tres sectores: a lo largo de la frontera entre Malí y Mauritania, en la confluencia entre Burkina Faso, Malí y Níger (región conocida como Liptako Gourma) y en la frontera entre Níger Un pelotón de soldados malienses en una patrulla de vigilancia antiterrorista. y Chad. El mando político de la fuerza está a cargo del presidente de turno del G5 y su control estratégico depende del Comité de Defensa de la Secretaría Permanente de la Fuerza, cuya jefatura también será rotativa entre los jefes de Estado Mayor de los cinco países miembros. El G5 Sahel da un paso más en la concepción de las alianzas defensivas al otorgar a su componente militar la capacidad de coordinar la política de defensa y seguridad de sus miembros y regentar el control de sus porosas demarcaciones (estos países comparte algo más de 6.000 kilómetros de fronteras ). Es más, en el documento que determina su creación concluye que, además de la fuerza militar, en el marco del G5 se instalará también una Escuela Regional de Guerra (con sede en Mauritania) y se construirá una línea de ferrocarril para enlazar los cinco países del Sahel. También determina «la importante función de la mujer en la prevención y solución de los conflictos y la consolidación de la paz» y subraya que «debe tenerse en cuenta la perspectiva de género en la ejecución de todos los aspectos de las operaciones del FCG5S». Sin duda, una puntualización en el concepto estratégico de esta nueva Fuerza Conjunta que denota un nuevo enfoque de las fuerzas que van a formar parte del diseño de un futuro distinto para el Sahel. Rosa Ruiz Venta de productos agrícolas en la capital maliense, Bamako. Pepe Díaz Marzo 2018 Revista Española de Defensa 51 Pepe Díaz


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