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Pepe Díaz Los miembros del primer Comité de Ciencia de la OTAN en marzo de 1958; un sistema de telemedicina en Afganistán La tercera dimensión de la Alianza Este año se celebra el 60 aniversario del programa científico de la OTAN, motor del avance tecnológico durante la Guerra Fría y hoy exportador de seguridad y desarrollo El Programa de Ciencia para la Paz y la Seguridad de la Alianza Atlántica (SPS, en sus siglas en inglés) es un gran desconocido. Y lo es porque, la mayoría de las veces, la cobertura mediática es injusta y la OTAN aparece mencionada casi exclusivamente por su capacidad militar. Pero lo que muchos no saben es que la mayor parte del trabajo de la organización se desarrolla sin apenas difusión en los medios con una labor cotidiana que ayuda a mejorar nuestra seguridad y la vida de millones de personas en todo el planeta: además de la evidente defensa y disuasión, abarca acciones diplomáticas, de ayuda al desarrollo y de intercambio de conocimientos. Con 60 años recién cumplidos y más de 150 proyectos actualmente en curso, el Programa de Ciencia para la Paz y la Seguridad (SPS) ha sido parte y esencia de la historia de la Alianza y del mundo occidental por ser el principal motor para la investigación científica y tecnológica cuando la carrera con los soviéticos impelía a ser el primero. Pero también ha jugado un papel mediador, conciliador a veces, que lo ha convertido en una diplomacia paralela tanto en el seno de la Alianza —a lo largo de estos 60 años no todo ha sido un camino de rosas a la hora de tomar decisiones entre los miembros— como hacia países socios o asociados cuando casi la única manera de entenderse era mediante el lenguaje universal de la ciencia. Ahora, el programa de Ciencia es, sin duda, una pieza clave en la nueva OTAN del siglo XXI empeñada en exportar ciencia seguridad y democracia. PAZ Y TECNOLOGÍA Financiado por el presupuesto civil de la OTAN, el SPS dispone de cuatro apartados para destinar sus fondos: uno para proyectos, otro para talleres de investigación científica, un tercero para cursos de capacitación, y el cuarto destinado a institutos de estudios avanzados. Se otorgan de manera anual —pueden ser renovados varios años consecutivos— y, en el caso de los proyectos, sus directores deben ser de al menos un país aliado y otro asociado. Las propuestas son analizadas por un equipo compuesto por expertos del comité científico, investigadores independientes y miembros de la División de Asuntos Políticos y Seguridad de la Alianza que determina qué proyectos se financian según criterios de su valía científica, capacidad diplomática y de 50 Revista Española de Defensa Septiembre 2018


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