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25 facción, el conocer el viaje realizado por los capitanes Herrera y Ortiz de Echagüe». La revista justifica la oportuni-dad del vuelo al señalar que una de las finalidades del viaje fue constatar la posibilidad de emplear la aviación como me-dio de transmisión rápida de correo oficial y es por ello por lo que reclama la ayuda al Ejército para incrementar el número de aeródromos. Finaliza diciendo: «!Aeroplanos para el Ejér-cito¡ Este puede ser todo nuestro programa ¿Por qué no po-dría ser un español el primero que llevara por los aires a América un saludo cordial habiendo sido nuestras carabelas las que primero arribaran a sus playas?» El coronel Fernández Silvestre fue nombrado comandan-te general de Larache el 19 de junio de 1913, ejerciendo el mando de todas las tropas en aquél territorio. Tenía gran fe en los servicios que pudieran prestarle los tres aeroplanos que serían destacados en Arcila en el mes de noviembre. Junto con los pilotos allí desplazados, solía acercarse a la primera línea del frente y mostrarles los objetivos que desea-ba fueran batidos. Tenía, pues, un acertado criterio sobre el empleo de la aviación como apoyo a las tropas. En la zona de Tetuán, Ortiz Echagüe y Herrera a bordo de un monoplano Morane vigilan los movimientos en Zoco el Tzelatza y Zoco el Jemis, mientras se realizan reconocimien-tos en Beni-Nadam y Malalien. Por su parte los aviadores, el infante Alfonso de Orleans y Castrodeza y el teniente More-no, destacados con sus aviones en Arcila, practican vuelos de reconocimiento sobre Kandoa, comprobando que el cam-pamento hostil ha desaparecido y llegando hasta la pobla-ción de Alcazarquivir. Los capitanes Pastor y O´Felan reconocen la zona de Kudia Abid y este último oficial con el capitán Bayo, el 4 de marzo de 1914, descubren en Kanón un campamento rebelde con 25 tiendas. Unos días más tarde, se realiza un vuelo entre Arcila y el campo de Nador, cercano a Melilla, ya utilizado por las tropas de Aerostación. Allí aterrizan tres biplanos el 29 de marzo, pilotados por los capitanes Bayo, O´Felan y Pastor, llevando como observadores a los tenientes Seoane y While. Al día siguiente regresan a Arcila, si bien el biplano n.º 2 quedó en Nador un día más para reparar una ligera avería. Las condi-ciones climáticas, en la zona donde estaban situados nuestros aeroplanos, no eran las más idóneas para su mantenimiento en tierra. Los cambios de humedad y temperatura provoca-ban deformaciones en las alas de madera y tela que dificulta-ba el despegue, debiendo ser corregidas antes de cada vuelo y prevenidas con curiosos métodos “caseros”. Lo mismo ocu-rría con los motores, por lo que las averías eran frecuentes, si bien, rápidamente solucionadas por los eficientes mecánicos del Servicio de Material de Ingenieros. El coronel Vives efectuó un vuelo en un monoplano como observador el 30 de marzo en Tetuán. El aeroplano, pilotado por el capitán Olivié, tomó la dirección de Ben Karrich, pa-sando sobre las posiciones del enemigo a unos veinte metros de altura. Un fuerte viento impidió al aparato tomar la altura conveniente, viéndose obligado a desplazarse hacia Beni Ider y tomar tierra en Laucién. A su regreso, informó al general Marina, siempre atento e interesado por la aviación, mientras almorzaba con él.26 Barrón y Ortiz Echagüe sobrevuelan la misma zona días posteriores, actualizando la información y manteniendo la vigilancia sobre las cabilas rebeldes. En mu-chas ocasiones, como se ha citado, los arriesgados aviadores eran tiroteados por los moros, como en Beni Nadam, sin que hubiera que lamentar desgracias personales. La harca de Ben Karrich, hostigada continuamente por nuestra artillería de Lau-cién y por los aeroplanos que lanzaron bombas de 3,5 y 10 kg, decidió trasladarse a Drezinati, situada más al sur, si bien se continuó su vigilancia desde el aire. Pero no solo se realizaban vuelos de reconocimiento o de obtención de fotografías para la posterior realización de car-tografía, escasa y sin actualizar, sino que también se conti-nuaban ejecutando acciones ofensivas, como la anteriormente referida o como la llevada a cabo por el capi-tán Herrera y el propio coronel Vives el 9 de abril27. Ambos aviadores se encontraban sobrevolando Zoco el Jemis, que cada jueves montaba la cabila de Anghera, sin apreciar nada anormal, pero al pasar por la de Zadina los harqueños que la componían comenzaron a descargar sus armas contra el ae-roplano, obligando a Vives a “obsequiarles” con dos bom-bas28 que causaron varias bajas. Lo mismo les ocurrió al capitán Alonso y a su observador el teniente Valencia sobre Ben Karrich29. Estas acciones de bombardeo causaban ver-daderos estragos entre las filas rebeldes, produciendo en ellas un elevado estado de temor apenas divisaban en el ho-rizonte la silueta de un aeroplano español. Vuelo del capitán Emilio Herrera Linares junto a su avión Nieuport IV G del raid Tetuán-Sevilla. Imagen: Revista Aeroplano (RA) nº 29 (2005) Bombardeo sobre Beni Ider. Imagen: SHYCEA Bombardeos según el comic de Ángel Flores y Juan Manuel Cifuentes Ro-dríguez. “Guerra Aérea sobre el marruecos español”. Colección MAA


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