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Y ya que se habla de bombardeos es curiosa la noticia aparecida en La Correspondencia Militar de 6 de enero de 1914, día de los Reyes Magos. Se trata de una propuesta enviada por el coronel de Infantería Felipe Navascués dirigida al coronel Vives. 26 «Hasta ahora, que nosotros sepamos, a nadie se le ha ocurrido emplear los aeroplanos en la guerra en otra cosa que no sea los reconocimientos y cuando más para lanzar desde ellos algunas bombas explo-sivas cuyo manejo es peligroso y su efecto poco útil contra la Infantería….. que no proporcionan efectos morales y materiales de verdadera utilidad, siendo para nosotros indudable que unos y otros habrían de conseguirse en gran cuantía si, dejando los proyectiles explosivos para cuando quieran batirse edificios, se les sustituyese por ligeros saquetes de metralla que contuviera, cada uno de ellos, doscientos balines esfé-ricos de hierro de 10 gr. de peso. Recordando el efecto que produce el granizo sobre tropa y ganado siendo agua congelada con 4 gr de peso y cayendo desde una altura de 500 m, supóngase el efecto de estos ba-lines de 10 gr lanzados desde 1.600 m. De lo expuesto inferimos que contra edificios, bombas, contra Infante-ría, metralla». Añade el citado coronel la descripción de un sencillo uten-silio para realizar este tipo de “ataque” aéreo sugiriendo que, dados los avances de la balística los balines de hierro podrían tener la forma de pequeños dardos y disponer 200 de ellos en un tubo de cartón. Asegura que cada aeroplano podría llevar 10 cartuchos de este tipo. Y concluye diciendo: «Júzguese si en un día de sol desde Tetuán, cinco aeroplanos, en columna de a uno, dirigiéndose al cam-pamento enemigo de Ben Karrich, se situaran sobre él para evolucionar en círculo, hasta que todos ellos hubiesen lanzado sobre la jarca los 100 kilos de hierro representados por diez mil saetas. El daño material in-fringido a los enemigos sería grande y más grande aún el efecto moral conseguido con la demostración de nuestra superioridad al contemplar sus muchas bajas sin una sola de nuestra parte». El coronel Navascués propone a su compañero Vives hacer una prueba, si bien no se tiene noticia de que se llevase a cabo una experiencia de este tipo. Sin embargo, en la Prime-ra Guerra Mundial sí fueron utilizados unos proyectiles seme-jantes. ¿De quién fue la primitiva idea? No lo podemos saber. La palabra flechette es francesa y significa dardo o pequeña flecha. Consiste en un proyec-til con la forma de un pequeño dardo de metal, generalmente acero, con una punta afilada y una cola con varias aletas para darle estabilidad du-rante el vuelo. Los flechettes fueron usados por primera vez como armas aéreas en la IGM, por combatientes de ambos bandos. Tenían 10 cm de longitud y pesaban 60 g. Arrojados desde un avión sobre las trincheras del enemigo podían fácilmente pe-netrar el casco y la cabeza de un soldado. EE.UU. usó proyectiles similares en las gue-rras de Corea y Vietnam. Estas pequeñas bom-bas de 4,5 cm de diámetro eran arrojadas por aviones o helicópteros, alcanzando velocidades subsónicas en su caída. Dirigidas a soldados y vehículos sin blindaje, los flechettes golpeaban sus blancos con la fuerza de una bala. Reciente-mente se critica su uso por parte de las Fuerzas Armadas de Israel en la franja de Gaza, con va-rias muertes de civiles denunciadas. Durante el mes de marzo, los montañeses rebeldes trasla-dan desde Ben Karrich y emplazan una pieza del cañonero «Concha» en la cresta de Beni-Hozmar, frente al campamen-to general y tan solo a 2 km de la ciudad de Tetuán. Desde esta privilegiada posición hostigan continuamente a la pobla-ción, siendo dificultoso el tiro de contrabatería que realiza la Artillería española. Un sargento desertor de esa arma de la unidad de Melilla era el encargado de manejar la pieza y se-gún noticias que propaga el enemigo se disponía de muchas granadas, por lo que era un motivo de gran preocupación. Los aeroplanos de Tetuán facilitan a la artillería datos y cro-quis detallados con referencias exactas e incluso fotografías del emplazamiento de la pieza que permitió realizar un fuego artillero desde la alcazaba combinado con bombardeos aé-reos que logró, al fin, desmontar la pieza. La escuadrilla de Arcila, al mando del teniente Joaquín Pé-rez Seoane, realizó una verdadera misión política al ser el pri-mero en volar desde su base a Tánger. El representante español en esa ciudad, Mariano López Robert, llevó a cabo las gestiones necesarias para que se habilitase un campo en Rubana donde aterrizaron felizmente los tres aeroplanos MF que formaban la escuadrilla. La prensa francesa solo pudo decir: «el corazón es español, pero la inteligencia francesa», refiriéndose a los pilotos y a sus aparatos.30 En la zona de Larache se desarrolló una importante ope-ración el 11 de mayo en la que intervinieron tres columnas combinadas al mando del comandante general Silvestre, apoyadas por los aeroplanos desplegados en Arcila con el fin de ocupar Kasiba. Las columnas, que partieron de di-ferentes acantonamientos, coincidieron en Kudia Questia. En su avance dominaron el campamento de El Raisuni ba-tiendo duramente la cabila de Beni-Arós, incendiando los aduares enemigos y poniendo a este en fuga. Las tropas Dardos o Flechettes El Raisuni


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