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sus memorias el general Gómez Muñoz15, dado que en Espa-ña 68 no había centro donde impartir la instrucción práctica de los lanzamientos, ni la asignación económica para realizarlo en una escuela de algún país cercano. Recuérdese que en lo político fueron los años del aislamiento internacional del régi-men franquista, y hasta que no se llevaran a cabo las conver-saciones con EE.UU. no se levantarían las barreras impuestas al régimen. Por lo tanto, para capacitar al personal con los conocimientos necesarios que permitiera dotarle de un centro de enseñanza del paracaidismo militar, se comisio-nó al capitán Salas, al teniente Villamil y el brigada Corral pa-ra seguir un curso en Argentina16. El 2 de septiembre de 1947, incorporada la comisión que en Argentina había realizado el curso, los 174 integrantes de la Primera Bandera se trasladaron al aeródromo de Alcantarilla para iniciar el primer curso de paracaidismo, terminándolo el 10 de abril del año 1948 y obteniendo el ansiado título de ca-zador paracaidista. Parte del personal quedó en la escuela de alcantarilla como profesor e instructor y el resto regresó a la bandera. El inicio del segundo curso (básico) de paracaidismo no se hizo esperar, y el 20 de abril, un total de «18 oficiales y 145 de tropa» iniciaron la instrucción en tierra. Entre los can-didatos había un capitán que sería llamado a desempeñar el mando de la bandera y escuadrón durante los dieciocho años de existencia de la unidad, el capitán Mariano Gómez Muñoz. Fue seleccionado en cuantas listas se elaboraron de oficiales candidatos para el curso. Verse en dicha lista, según confe-sión propia, como oficial de aeródromo, significaba superar un deseo y ver cumplida la esperanza que un día depositaron en el general Yagüe cuando se creó el Ejército del Aire. En efecto, antes de terminar el curso, a finales de junio, se anunció la vacante de jefe de la bandera, libre desde el cese del capitán Salas. El número de candidatos fue significativo; el resultado recayó, a primeros del mes de agosto, en el ya ascendido a comandante Gómez Muñoz, cesando el capitán Javier Alario Saubot, que accidentalmente ocupaba la jefatu-ra. Acabado el curso se trasladaron a las nuevas instalacio-nes de Alcalá de Henares, iniciando toda la unidad la fase de adiestramiento para alcanzar el alto nivel de especialización que asignaba el decreto de noviembre de 1939. ¿Cómo fue la puesta de largo del paracaidismo militar espa-ñol? Pues precisamente ante el jefe del Estado, general Franco, se efectúo el 2 de febrero de 1949, festividad de la Candelaria, un lanzamiento masivo de más de trescientos integrantes de la 1.ª Bandera de Paracaidistas del Ejército del Aire en el aeródro-mo de Cuatro Vientos. Salto que implicó a todos los aviones de transporte que en aquel momento disponía el EA. Este tipo de desembarco aéreo tuvo su antecedente en el conflicto mundial, en Creta (20.05.1941) y en Normandía (06.06.1944)17. Así, España llegaba con cierto retraso al pa-racaidismo militar, pero lo hizo tomando las enseñanzas de los países que usaron esta técnica de desembarco paracai-dista18. Durante dieciocho años se desarrolló el historial de la pri-mera unidad paracaidista del Ejército del Aire y, por ende, formada en las Fuerzas Armadas españolas. Este incluye el cambio de denominación de bandera a escuadrón en 1953. Para analizar la ampliación y transformación de las fuerzas paracaidistas en uno o dos escuadrones más, se organizó en el segundo semestre de 1965, y en el Estado Mayor del Aire, una comisión interministerial que realizó los estudios para la conversión de cazadores paracaidistas a comandos de servicios especiales, a imagen de franceses y británicos. El propósito era disminuir el número de efectivos paracaidistas en el escuadrón, en favor de especialistas en otras áreas y personal de reemplazo. Surgían dos vectores: uno específi-co para las acciones y otro técnico que apoyaba al anterior. Entre los segundos figuraba un elemento cuya misión era facilitar la realización de la misión para el apoyo a la aviación, cuyo nombre asignado era el de zapador. El resultado del es-tudio fue la disolución del Primer Escuadrón y el nacimiento de una unidad nueva con entidad de escuadrilla. Puestos a cambiar, no solo se le destinó a Alcantarilla desde Alcalá de Henares, sino que se cambió la denominación y se le asignó el nombre del elemento que tenía como cometido el apoyo a la aviación: zapadores paracaidistas. Se iniciaba así una nueva andadura en la historia del paracaidismo militar en el Ejército del Aire19. No se puede finalizar la cita correspondiente a los avatares históricos de la Primera Bandera/Escuadrón sin mencionar su bautismo de fuego. Acontecimiento adscrito al conflicto de Sidi–Ifni20 sucedido a caballo de los años 1957-58. Este hecho no se había repetido para las Fuerzas Armadas espa-ñolas, en dichos territorios, desde la guerra de Marruecos en los años veinte. Se eligió al Ejército del Aire, por primera vez desplegando 320 efectivos del Primer Escuadrón de Paracai-distas del Ejército del Aire21, llegando a ser 363 al final del conflicto. Fue una muestra de valor e intensa preparación efectuada en años anteriores, prueba de idoneidad para la misión que les fue asignada por el mando22. Es precisamente en esta misión donde la unidad recibió su bautismo de fuego y participó en las últimas operaciones que se iban a desarrollar en cooperación con fuerzas francesas sobre el territorio del Sáhara, y en concreto en las zonas de Smara y Hagunía. Los días 10 y 18 de febrero de 1958, en el El director de Institutos argentino impone al cap. Salas, tte. Villamil y al bg. Corral el Brevet, emblema de paracaidista. Córdoba (Argentina, 14.04.1947) Imagen: Revista de Aeronáutica y Astronáutica, n.º 479 (no-viembre 1980) Imagen; Sala histórica de la BA. de Alcantarilla Primer salto paracaidista de la 1.ª Bandera Paracaidista de la 1.ª Legión de Tropas de Aviación, (23.01.1948) Imagen: Sala histórica de la BA. de Alcantarilla


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