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Diputación de Guipúzcoa Retrato de Juan Sebastián Elcano, por Ignacio Zuloaga. PERFILES El navegante vasco mantuvo un perfil bajo durante la primera parte del viaje hasta Filipinas. Tras la muerte de Magallanes es elegido capitán de la nao Victoria y, finalmente, toma el mando de la expedición de regreso. A pesar de todas las dificultades, el 6 de septiembre de 1522 logra alcanzar el punto de partida, Sanlúcar de Barrameda. Habían trascurrido de tres años y dieciséis días de navegación y recorrido 14.000 leguas dando la vuelta al mundo. Carlos I concedió a Elcano una renta anual de 500 ducados en oro y un escudo de armas, cuya cimera era un globo terráqueo con la leyenda Primus circumdedisti me («Fuiste el primero que la vuelta me diste»). Se organizó una segunda expedición a las Molucas al mando de Frey García Jofre de Loaísa, con Elcano como segundo, que zarpó de la Coruña el 25 de julio de 1525. Aquel sería el último viaje del marino vasco. Murió en un lugar del océano Pacífico —no se sabe si de escorbuto o intoxicado al consumir un gran pez, probablemente barracuda—. Fue un 4 de agosto de 1526, casi cuatro años después de haber culminado la mayor gesta de la navegación de todos los tiempos. Tomó el mando de la expedición y culminó la vuelta al mundo después de tres años de navegación g JUAN SEBASTIÁN ELCANO “Tú fuíste el primero...” NACIÓ en Guetaria (Guipúzcoa) en una fecha desconocida, hacia 1476. Primogénito de nueve hermanos, se cree que pertenecía a una familia de pescadores y marinos acomodados, que contaban con casa y embarcación propia. Desde muy joven se enroló en barcos pesqueros y comerciales, por lo que adquirió gran experiencia marinera. En 1509 participó en la expedición de Argel, patrocinada por el cardenal Cisneros. Llegó a tener una nave de 200 toneles con la que sirvió en las campañas de Italia a las órdenes del Gran Capitán. De esta campaña militar salió mal parado. La compensación económica que le debía la Corona por los servicios prestados nunca llegó. Para poder pagar los sueldos a su tripulación, Elcano se vio obligado a vender su nave a unos mercaderes vasallos del Duque de Saboya. Con ello incurrió en un delito, ya que las leyes de la época prohibían entregar embarcaciones a otros países en tiempos de guerra. Se instaló en Sevilla, donde tuvo conocimiento de la expedición que preparaba el portugués Fernando de Magallanes para explotar una ruta por occidente que condujera a las Indias. Es probable que su decisión de embarcarse se debiera a la necesidad de pagar sus deudas con la Corona. «Entre los enrolados figuraba Juan Sebastián Elcano, a quien, por las prisas o por alguna circunstancia que se desconoce (es difícil que se hiciera la «vista gorda»), se incluyó, sin tener en cuenta su carácter de proscrito, que le impedía embarcar en cualquier nave, y más aún en una real. Lo curioso es que tuvieron que valorarse sus cualidades de marino, pues fue nombrado maestre de la nao Concepción, que mandaba el capitán Gaspar de Quesada y llevaba como piloto al portugués Juan López de Carvalho», escribe el historiador Manuel Lucena Salmoral en su biografía de Juan Sebastián Elcano. 20 Revista Española de Defensa Mayo 2019


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