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Los equipos de intervención en áreas contaminadas, con trajes de protección frente a riesgo químico, controlan un vertido tóxico. Una vez que se ha puesto a salvo a la víctima, los vehículos de intervención en áreas contaminadas, cargados con 5.000 litros de espumógeno, comienzan a extinguir el fuego que ha producido el vertido. Pero como el derrame es inflamable y podría volver a arder, los intervinientes proceden a confinarlo con mangueras presurizadas y, posteriormente, a taponar la fuga. Para hacerlo, los especialistas visten un equipo de protección categoría 3 1A, «la de mayor protección frente a riesgo químico», señala el comandante. Al mismo tiempo, efectivos con trajes Silver Flash, que permiten acercarse al producto tóxico aunque se incendie, proceden a trasvasar el compuesto químico a una cisterna preparada para su traslado. Antes de abandonar la zona todo el personal y los vehículos han de pasar por la estación de descontaminación. SOBRE EL TERRENO Los intervinientes no conocían de antemano las más de 400 incidencias a las que tendrían que enfrentarse durante el simulacro Aragón 2019. Entre ellas, un equipo de protección de bienes de interés cultural fue movilizado para apuntalar el pórtico de la catedral de Jaca, que se había desprendido. A pocos kilómetros, en la cueva de Esjamundo, en Villanúa, un espeleólogo se había lesionado una pierna y no podía moverse. Su compañero salió en busca de ayuda y hasta el lugar llegó un equipo de rescate compuesto por el grupo de espeleosocorro de la Federación Aragonesa de Espeleología y de la UME. Tras seis horas, salieron con la víctima que fue evacuada en un helicóptero del Ejército de Tierra. Pero antes de atender cada caso concreto, lo primero que se hizo fue restablecer la viabilidad y libertad de movimientos «para poder llegar a todos los pueblos que estaban aislados», explicó el general Gimeno. «La zona —añadió— tiene unos 24.000 habitantes y hemos conseguido dar apoyo a más de 7.000 damnificados, más del 25 por 100». Entre estos estaba un grupo de personas con diferentes discapacidades que se encontraban en el albergue de Escuelas Pías de Jaca y que fueron rescatadas por la UME. Dos de ellas tuvieron que salir con una tirolina, debido a la altura del lugar en el que habían quedado atrapadas. El terremoto había provocado el derrumbe del techo del albergue y el incendio en unas instalaciones cercanas de productos químicos, lo que hizo imprescindible la evacuación total del edificio. Mientras esto ocurría, los equipos judiciales del Tribunal Superior de Justicia de Aragón continuaban con las labores de identificación de cadáveres 48 Revista Española de Defensa Mayo 2019


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