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25.º aniversario EADA Ante ello, el 8 de noviembre de 1996 despegaba de la base aérea de Getafe rumbo a Kinshasa un C-130 del Ala 31 transportando más de 12 toneladas de ayuda humanitaria. Además, estaba previsto que ese avión también evacuara a los ciudadanos de la Unión Europea que quisieran abandonar la zona, ante la peligrosa situación interna existente en el país. Las misiones humanitarias que habían realizado nuestros aviones de transporte en Ruanda en 1994, se habían llevado a cabo en un ambiente de elevado riesgo, desde aeropuertos inseguros situados en el interior de zonas hostiles. A pesar de que en esta ocasión, se iba a realizar desde la capital de Zaire, nada hacía presagiar que las condiciones que se iba a encontrar el vuelo fueran a ser distintas: la información que se disponía sobre la situación de seguridad en Kinshasa y su aeropuerto no era nada tranquilizadora. Por ello, se decidió por parte del Estado Mayor del Aire la activación de un equipo de la EADA para escoltar y proteger a la aeronave y a su tripulación, así como apoyar en lo relativo a la distribución de la carga y la evacuación del personal si las circunstancias así lo requiriesen. La andadura de estos equipos especializados de protección había comenzado como tal desde el nacimiento de la unidad en 1994. Tras dos años de un intenso y riguroso adiestramiento, habiendo desarrollado y contrastado sus propias tactical training procedures (TTP) en ejercicios nacionales e internacionales, estos equipos estaban listos para ser empleados por primera vez en una misión real. El vuelo se desarrolló con normalidad, pero ante las noticias inquietantes recibidas de la embajada española sobre la seguridad del aeropuerto, se determinó reducir considerablemente la estancia del Hercules en Kinshasa, así como evitar que la llegada fuera de noche. Para ello, el avión hizo escala en Bamako (Mali). Una vez en Kinshasa, se pudo observar con claridad la tensión existente. Nada más tomar tierra, conforme los cinco integrantes del equipo de la EADA iniciaban su despliegue de seguridad alrededor del avión, una unidad del Ejército zaireño rodeaban al T.10 para proporcionarle seguridad ante un eventual ataque… aunque estos soldados, con una actitud poco clara, volcaban totalmente su atención hacia el interior de este anillo de seguridad, en lugar de hacerlo hacia el exterior. Las operaciones de descarga del material también fueron complicadas, pero finalmente se pudo llevar a cabo en el reducido tiempo disponible. Tras ello, el Hercules despegó, transportando tan solo una parte del personal que estaba previsto evacuar (inicialmente 50 personas), dadas las dificultades existentes para su localización y que muchos religiosos se negaron finalmente a abandonar el país. EL regreso a España se efectuó sin novedad. Paralelamente, ante el cariz que esta crisis humanitaria iba teniendo, 10 días más tarde, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tomó cartas en el asunto, dando luz verde a la resolución 1080/96 por la que se autorizaba el envío de una fuerza multinacional que, con carácter temporal, asegurara la entrega de ayuda humanitaria a los refugiados y desplazados en el este de Zaire. Canadá y Estados Unidos asumieron el liderazgo de esta operación en la que otras 13 naciones europeas y africanas, además de Japón, mostraron su intención de participar. En el marco de esta fuerza, la contribución aprobada por el Gobierno español consistía en diferentes capacidades proporcionadas por el Ejército de Tierra y por el Ejército del Aire. En el caso de estas últimas, si bien España se había ofrecido al principio a hacerse cargo del control del aeropuerto de Bukavu (uno de los dos existentes en la región de Kivu) mediante un contingente de unos 80 miembros de la EADA (incluyendo el empleo de sus equipos de controladores de com- Entrenamiento ejercicio de tiro equipo protección de aeronave en destacamento Mamba Gabón 452 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2019


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