100 000 horas en pasada Quizá sea por el pasado aeronáutico de la familia en la que he tenido la suerte de nacer, pero me emociona pensar que lo que nos une a mi abuelo y a mí es algo más que un lazo de sangre. Ambos pilotos de la misma aeronave que ha sobrevivido a tres generaciones de aviadores. Él, mi abuelo Ramón, estuvo a los mandos del Aviocar cuando realizaba el mando como coronel jefe del Centro Cartográfico y Fotográfico. Ha olvidado muchas cosas dada su avanzada Jorge Mora Raimundo Capitán del Ejército del Aire edad y el estado de su alzhéimer. Es posible que, en ocasiones, no me reconozca ni a mí, pero no olvida el orgullo y el honor de ser piloto del Ejército del Aire, y mucho menos de haber tenido la oportunidad de haber sido comandante de aeronave del Picio. No ha pasado mucho tiempo, pero parece una vida. Hace algo menos de cinco años, el 21 de julio de 2014, salían publicados nuestros destinos en el Boletín Oficial de Defensa. Ese mismo día recuerdo llamar al jefe del 721 Escuadrón para informarle de mi publicación y mi disponibilidad para incorporarme inmediatamente si fuese necesario. «Venid mañana a las 7:30. Traed el uniforme de diario y el mono de vuelo, después de la presentación al coronel empezáis las teóricas del avión». Ni siquiera un mes más tarde ya habíamos realizado todas las teóricas, exámenes y planes de instrucción que nos capacitaban como LCR en el T.12B Aviocar. La gran mayoría REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2019 491
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