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vuelos nocturnos e instrumentales, lanzamientos de personal y cargas en todas las modalidades, y plataforma de entrenamiento y exhibición, tanto a nivel nacional como internacional, de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA). Un avión sin ayudas a la navegación visual integradas, sin GPS, sin pantallas (benditos relojes). Un avión de la vieja escuela, de los de poleas y cables, pero de acero, no informáticos. Sin piloto automático, ni falta que hace, pero con una maniobrabilidad envidiable. «Una madre», nos decían. La pista de aterrizaje, podemos dejarlo en que es corta: 3000 pies. La primera toma que realicé en la pista 07 de Alcantarilla tuve la sensación de que si no aterrizaba en los primeros metros de la pista, el avión no tendría tiempo para frenar. Apuntábamos antes del inicio de pista, durante la senda de descenso, contando con los metros que se recorren en la recogida para posar las ruedas sobre «los números». Tras un par de tomas, es sencillo comprobar que, sin hacer muchos aspavientos y con una aproximación a 90 nudos, el avión apenas necesita la mitad de la misma para encontrarse totalmente detenido. Somos conocidos con el indicativo de Garza, no en vano es una garza el emblema e indicativo del 721 Escuadrón. He de reconocer que el parche no es el más bonito del Ejército del Aire, pero sí simboliza mucho: una majestuosa ave, especie autóctona de la zona que, con una pata encogida y otra apoyada en el suelo, simboliza los ascensos y descensos que realiza para efectuar los lanzamientos paracaidistas, a la vez que acompañan el sol y la luna, para indicar las misiones diurnas y nocturnas que se realizan en la Escuela. «¿A qué piso le llevo?». Conocidos como los ascensoristas, todo el que sea Garza sabrá que cuanto más bajo mejor. Si pudiésemos elegir… subiríamos a «lanzar automáticos» todo el día, circuitos ultraveloces. Los números rondan los cinco lanzamientos automáticos a la hora. Doce minutos para embarcar una patrulla, rodar, despegar, enganchar a los paracaidistas, virar hacia la zona para efectuar el lanzamiento y realizar el tráfico de Lanzamientos paracaidistas desde C-212 Aviocar aterrizaje para que, al librar pista, el avión esté listo para embarcar una nueva patrulla de saltadores. Estas condiciones solo son posibles gracias al diseño tan operativo que tiene esta escuela. Ese escaso viento que comentaba hace unos párrafos permite que los Garzas despeguemos por la pista 25 y aterricemos por la pista 07, por lo que, al estar la plataforma a escasos metros de la cabecera de la pista 25, nos ahorramos todos los rodajes y el back track en pista. Ojalá pudiésemos hacer solo lanzamientos automáticos con marcaje, pero a veces toca subirse para lanzar el CAM (Curso de Apertura Manual) a «video» (lanzamiento que es grabado desde el suelo) y a 12 500 pies de altitud. Al avión le va costando cada vez más alcanzar esas cotas y los ascensos se hacen más largos de lo deseable. Además, en la pasada hay que andarse con pies de plomo, ya que la más mínima nubecita que se interponga entre el avión y el suelo puede suponer que los operadores de las cámaras pierdan enlace visual con el avión en algún momento y se suspenda el lanzamiento (pasada en blanco) y nos toque volver a empezar. Entre medias quedan lanzamientos como los de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo en precisión de aterrizaje, una de las modalidades en las que entrena y compite la PAPEA, también 494 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2019


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