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OTAN En los próximos años vamos a acostumbrarnos a oír ese término: resiliencia. Resiliencia en el ciberespacio es la capacidad para re-sistir a los incidentes cibernéticos y, cuando estos causan algún daño, recuperarse del ataque sin impacto o con un impacto acep-table. Acostumbrémonos al término. En cuarto lugar, quisiera referirme, brevemente, a una cuestión muy ligada a la anterior: la guerra híbrida. Es, sin lugar a dudas, uno de los aspectos que más preocupa a la OTAN y a las autoridades militares y civiles de los aliados. La guerra híbrida combina los ámbitos convencionales y no conven-cionales, hace uso de ataques cibernéticos y de desinformación, y al afectar —y apoyarse en muchos ca-sos— en las nuevas tecnologías es difí-cil de controlar y puede tener impacto en nuestras vidas cotidianas. Entramos de lleno en la zona gris. El teatro de operaciones del siglo XXI. La zona en la que predominan actuaciones que pese a alterar notablemente la paz no cruzan los umbrales que permitirían o exigirían una respuesta armada. Ciberataques, campañas de propaganda, sabotajes, operaciones encubiertas o clandestinas, disturbios orquestados; acciones to-das ellas que, diseñadas por nuestro adversario, persiguen crear un clima de desinformación y confusión que desestabiliza y debi-lita nuestra posición. La respuesta de la OTAN en este terreno no se ha hecho esperar y la Alianza trabaja ya en medidas de asistencia a los países que puedan sufrir ataques híbridos, y que soliciten ayuda. En el comunicado oficial de la Cumbre de Bruselas, la OTAN se reafirma en que un ataque híbrido de suficiente intensidad podría justificar la invocación del artículo 5 del tratado de Washington. No obstante, en la gestión de este particular conflicto —en el que es difícil definir el grado de intensidad y quien está detrás de él— deben seguir jugando un papel esencial e irremplazable las auto-ridades nacionales de cada aliado. Por último, y en sexto lugar, es obligada una mención a China: ¿es la nueva China que quiere jugar a ser actor internacional de primer orden una amenaza, un reto o una oportunidad? Los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Londres no han podido dejar de hablar de China. Hasta ahora se le había consi-derado como un actor alejado del área geográfica de competencia de la OTAN que el Tratado de Washington define como el área euroatlántica. Pero es evidente que, en un mundo globalizado, el auge incesante de China tiene implicaciones en materia de segu-ridad para Occidente, y por tanto, para la OTAN. Para la Alianza, China ofrece evidentes oportunidades de coo-peración en muchos terrenos, pero también representa un reto e incluso una amenaza en algunos aspectos securitarios, principal-mente aquellos vinculados con la gestión de las nuevas redes 5G. Concluyo. Y quiero hacerlo con una reflexión final. Probablemente el gran reto de la OTAN en su setenta aniversario no es ni Rusia, ni China, ni la lucha contra el terrorismo internacional: el gran reto es la percepción que los ciudadanos de los países aliados —y par-ticularmente los jóvenes— tienen de la necesidad de la existencia de la propia Alianza. Setenta años —o, mejor dicho, setenta y cua-tro— sin una guerra mundial; con luces y sombras, pero sin una guerra mundial, han permitido un desarrollo económico y social sin parangón a ambos lados del Atlántico, pero también el que las jóvenes genera-ciones hayan olvidado que la OTAN fue un instrumento esencial para no volver a presenciar un conflicto armado global y, esta vez, de carácter nuclear. No seremos eficaces contra viejas y nuevas amenazas si nuestras sociedades no las consideran como tales. Ese y no otro es el gran reto que la Alianza tiene planteado hoy en su setenta aniversario. L El gran reto es hacer entender a los jóvenes lo necesaria que es la OTAN Diciembre 2019 Revista Española de Defensa 55


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