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Verlos trabajar es impresionante. Azor acaba de introducirse, de un salto, por la ventanilla de un vehículo y obliga a salir a su conductor, al que marca con la boca en su brazo derecho y mantiene en todo momento controlado hasta que su guía le da la orden de soltarlo. Por su parte, Rush «pasa revista» a un vehículo y marca con éxito el lugar donde se ocultan los explosivos. «Formamos parte de los dispositivos de seguridad. Es un trabajo discreto pero de una gran responsabilidad », afirma el teniente Adrián Urrieta. «Son perros muy equilibrados, que distinguen perfectamente la situación y pasan de la acción al reposo sin problema. Lo que más me gusta de trabajar con ellos es su nobleza y sensibilidad, que es contagiosa », confiesa el guía de Rush, cabo primero Henry de la Cruz. FUSILES MAUSER Tres compañías forman el Grupo de Honores en formación: Monteros de Espinosa (Ejército de Tierra), Mar Océano (Infantería de Marina) y Escuadrilla Plus Ultra (Ejército del Aire). Su cometido se extiende a la rendición de honores a los jefes de Estado extranjeros en visita oficial y a los embajadores durante su presentación de cartas credenciales a Su Majestad el rey Felipe VI, ambos en el Palacio Real de Madrid. En este mismo escenario se llevan a cabo los relevos solemnes de la Guardia, los primeros miércoles de cada mes, y que incluyen pasacalles por las vías adyacentes antes de entrar en la Plaza de la Armería. Al Grupo de Honores pertenece la Sección de Movimientos Floreados. Se creó, en enero de 2012, con 24 componentes que comenzaron a trabajar en Los guardias reales siguen los planes anuales de adiestramiento de las unidades militares en diferentes capacidades. Hélène Gicquel una secuencia de movimientos de fusil mosquetón Mauser, en coordinación con la Unidad de Música. Se pretendía lograr proporcionalidad entre acrobacia, sincronización, elegancia y marcialidad de todos los integrantes de la sección, y se consiguió. Así lo confirman los calurosos aplausos del público en los relevos solemnes. «La Sección está compuesta por voluntarios que aprenden a realizar las evoluciones y las distintas secuencias mediante un curso de tres semanas mínimo, con dedicación exclusiva», explica el cabo primero Roberto Pereda. Es decir, ocho horas diarias haciendo movimientos con un fusil que pesa algo más de tres kilos. «Es agotador y los hombros se resienten mucho; a veces se producen lesiones y, en invierno, las manos sufren con el frío», admite el cabo primero. Aparte de la pericia individual, es necesario practicar intensamente porque lo más complicado es conseguir que todos realicen las evoluciones al unísono. «A pesar de la dificultad y del esfuerzo, todos nos sentimos orgullosos de estar aquí», añade el guardia real. Grupo de Escoltas (artillero, lancero, coracero, banda y batidor) con sus caballos hispano-bretón (el primero) y pura raza española. Hélene Gicquel 32 Revista Española de Defensa Enero 2020


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