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análisis internacional internacional, muchas veces inviable por razones de seguridad, mientras, cientos de miles de personas solo encuentran protección en los campamentos de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas para Sudán del Sur (UNMISS), donde incluso en ocasiones también han sido atacados. Esta misión internacional —la única en este país africano— desplegó en 2011 para colaborar en la estabilidad de Sudán del Sur tras su independencia. Sin embargo, después del estallido del conflicto de 2013, la ONU decretó que el cometido prioritario de los 19.000 cascos azules (militares y policías) sería proteger a la población. Pero su labor no ha sido suficiente, pues 2,2 millones de indefensos han tenido que escapar a países limítrofes, donde malviven en inmensos campos de refugiados. Ante este terrible escenario, que tardará décadas en revertirse, no es de extrañar que (lamentable paradoja) muchos piensen que sobrevivir en su propia tierra es ahora más difícil que cuando soportaban el yugo opresor del gobierno de Sudán. De hecho, hoy 810.000 sursudaneses prefieren subsistir en el vecino del norte, donde los niveles de seguridad —sobre todo, después del derrocamiento pacífico del dictador Al Bashir en abril de 2019— son muy superiores a cualquier tiempo pretérito. Durante décadas, los anhelos de independencia parecían justificar el sufrimiento de la población de Sudán del Sur; pero, ahora, la falta de voluntad o la incapacidad de sus actuales dirigentes para hacer realidad un proyecto nacional, pacífico y próspero les ha llevado a la más absoluta frustración y desesperanza, que ya no parecen dispuestos a soportar. FALTA DE VOLUNTAD Desde el estallido del conflicto, se sucedieron las iniciativas internacionales para alcanzar un acuerdo de paz entre los dos bandos enfrentados, que siempre se toparon con la falta de voluntad de ambos dirigentes políticos para frenar los enfrentamientos entre el otrora rebelde Ejército/Movimiento de Liberación de Sudán (SLPA/M) —ahora reconvertido en el Ejército de Sudán del Sur— y las fuerzas leales a Machar, denominadas SPLA/M en Oposición (IO). Ante este sangriento panorama, el entonces secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, instaba a la comunidad internacional a reforzar su compromiso con Sudán del Sur para que «hiciese ver a sus mandatarios que no podían seguir supeditando el destino del país a sus ambiciones personales». Por entonces, y siempre con el firme apoyo de la comunidad internacional, la Autoridad Gubernamental para el Desarrollo (IGAD) del África Oriental Un miembro de la misión de la ONU en Sudán del Sur (UNMISS) examina a un niño en el campo de refugiados de Akrobo. Nektarios Markogiannis /UNPhoto Celebraciones en julio de 2014 con motivo del tercer aniversario de la independencia de Sudán del Sur. Phillip Dhil/EFE 52 Revista Española de Defensa Enero 2020


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