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Revista de Sanidad Militar de las FAS 71_4

Aspectos sanitarios en el asedio de Baler, Filipinas (1898-1899) Sanid. mil. 2015; 71 (4)  273 otro médico, esta vez el holandés Christian Eijkmann30, pudo com-probar en animales que la ingesta de arroz con cáscara impedía su aparición, si bien no fue hasta 1905, con ocasión de un brote que estalló con gran virulencia en un asilo de Kuala Lumpur, cuando finalmente un experimento pudo demostrar que existía cierta rela-ción con el arroz al morir sobre todo aquellos que lo ingerían des-cascarillado31, justamente como recordemos lo comían los sitiados en Baler, pues hoy sabemos que es en la cáscara donde se encuentra la tiamina. No cabe duda que algunos alimentos que consumían los sitiados contenían tanto tiamina como ácido ascórbico, caso de las naranjas, hojas de calabacera, pimientos y tomates bravíos, harina de pan, garbanzos32 o sardinas33, si bien todo indica que al no ser consumidos en las cantidades suficientes terminaron por sufrir una avitaminosis, siendo importante constatar la práctica falta de carne durante la mayor parte del asedio. En cuanto a la disentería, infección bacteriana en la que se dis-tinguen la bacilar provocada por la bacteria Shigella dysenteriae34 y la amebiana causada por el parásito Entamoeba histolytica35 sin que en este caso quepa inclinarse en uno u otro sentido, aun cuan-do con seguridad ambas tienen su origen en las aguas y alimentos contaminados, cabe comentar que comenzó al mismo tiempo que el beriberi en septiembre de 1898. Tres fueron las vidas que se cobró esta enfermedad, la primera la de Francisco Rovira Mompó, quien también tuvo el beriberi, acaecida el 30 de septiembre de 1898, a la que siguió la de José Lafarga Abad en octubre, prolongándose hasta después del beriberi puesto que el último fallecido por esta enferme-dad, Marcos José Petana, murió en el mes de mayo de 1899. CONCLUSIONES Aunque en 1898 se intentó crear una Enfermería Militar en Ba-ler con diez camas dependiente del Hospital Militar de Manila, lo cierto es que ésta nunca llegó a ser una realidad debido a la falta de medios aunque desde la capital se enviaron el personal y algunos enseres, de manera que durante el prolongado asedio se acondicionó como tal un espacio central dentro del templo. El personal a cargo de dicha instalación, un oficial médico y tres auxiliares, quedó muy reducido al producirse la deserción de los dos sanitarios indígenas, a pesar de que contaron con la ayuda de los dos frailes. No cabe duda de que las condiciones higiénicas durante este ase-dio fueron muy desfavorables, contando con unos medios materia-les y humanos sumamente escasos con los que hacer frente a esta situación, por lo que, al igual que sucedió durante toda la guerra no sólo en Filipinas sino también en Cuba, fueron las enfermedades las que causaron más bajas que los sitiadores36. En el caso que ahora nos ocupa fallecieron en total dieciocho militares y un fraile, dos de los cuales murieron a causa del fuego enemigo, otros dos fusilados y ca-torce más uno de los frailes, por enfermedad. De estos últimos tres personas perecieron a causa de la disentería y otras doce por el be-riberi: un capitán, un 2º teniente, un cabo, ocho soldados y un fraile. Incluso algunos soldados como Ramón Mir Brills, José Pineda Turá, Eustaquio Gopar Hernández y Gregorio Catalán Valero regresaron en 1899 muy enfermos, hasta el punto de que este último falleció de tu-berculosis en 190137. En cuanto a los heridos y contusos cabe indicar que cuatro fueron los contusionados de escasa consideración y ocho los heridos leves, ya que no se ofrece un diagnóstico de otro de ellos, sin olvidar que otros dos cazadores quedaron inútiles en un pie y una mano a causa de las heridas recibidas. Sólo Vigil de Quiñones y Sanz Miramendi fueron heridos y padecieron el beriberi. Un asunto discutido es el carácter de una de las enfermedades que más estragos causó en este destacamento, es decir, si se trata del beriberi como explícitamente diagnosticó Vigil o debemos consi-derar que éste erró y lo confundió con el escorbuto. Desde nuestro punto de vista, y a pesar de las dificultades existentes por la escasez de datos, parece más probable que se trate de beriberi aun cuando no quepa descartar alguna confusión o incluso que padecieran las dos. Sea como fuere queda claro que su aparición se debió a la mala alimentación, algo que Vigil de Quiñones llegó a intuir, y más en concreto a la falta de vitaminas, ya se tratase de la B1 o la C, sumada a las malas condiciones higiénicas como las aguas estancadas que favorecían el paludismo aun cuando esta enfermedad no llegó a se-gar la vida de ninguno de los sitiados. Así pues, la falta de alimentos fue la que les obligó a rendirse, y resultó ser un factor decisivo en el deterioro de la salud de este destacamento. BIBLIOGRAFÍA 1. Sendrail, M. Historia cultural de la enfermedad. Madrid, Espasa Calpe, 1983: 377-379. 2. García-Cabrillana de la Cruz, J. M. El Cuerpo de Sanidad de la Armada (1728- 1898). Sanidad Militar. Revista de Sanidad de las Fuerzas Armadas de España. 65, 3, 2009: 194. 3. Archivo General Militar de Madrid. Levantamiento del asedio de Baler (Filipi-nas) en enero de 1898. Signatura 5325.25. 4. Archivo General Militar de Segovia. Hoja de Servicios. Legajo B-2521. 5. Belaústegui Fernández, A. Rogelio Vigil de Quiñones y otros médicos militares ejemplares. La lucha contra el olvido, II. Madrid, Ministerio de Defensa, 2007: 18-21. 6. Archivo General Militar de Madrid. Noticias de la posible rendición del Destaca-mento de Baler (Filipinas) en octubre de 1898. Signatura 5325.26. 7. Martín Cerezo, S. El sitio de Baler. Notas y recuerdos. Madrid, Ministerio de Defensa, 2005: 128-129. 8. Archivo General Militar de Segovia. Expediente instruido en averiguación de la conducta observada por el destacamento de Baler durante el sitio que sufrió desde el 21 de junio del año 1898 hasta el día 2 de junio de 1899 en que capituló. Manila, 1899, caja 335, expediente 26.628. 9. Abad, A., Pérez, L. Los últimos de Filipinas. Tres héroes franciscanos. Archivo Ibero-Americano, 64, 1956: 315-316. 10. Pérez, L. Muerte de un héroe español del destacamento de Baler (Filipinas). Ar-chivo Ibero-Americano, 60, 1923: 398. 11. Esquinas de Ávila, D. Don Rogelio Vigil de Quiñones. 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