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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 337

El general Alfonso-Meiriño explica que, si algún país decidiera abandonar un proyecto conjunto, los costes serían mucho más elevados que si permanece. dres es un factor crucial en su defensa, y segundo, porque al Reino Unido le interesa no sólo mantener y lanzar programas de armamento sino también y sobre todo, garantizar su propia seguridad. Además, mi propia experiencia en programas de armamento me dice que sería muy complejo para un país tomar la decisión de salirse de un programa. Depende de la fase en la que se encuentra, pero a medida que avanza es cada vez más complicado abandonarlo porque, entre otras muchas cosas, los costes de salida serían muy superiores a los de su permanencia. —La Unión Europea acaba de poner sobre la mesa el plan de cooperación en materia de defensa más ambicioso de su historia... —Sí. Como decía antes, creo que la UE ha convertido la política de Seguridad y Defensa en un asidero para garantizar el proyecto común. Y una de las novedades que trae el Plan de Acción Europeo de Defensa (EDAP, en sus siglas en inglés) es precisamente el de la financiación de la Defensa a través de los Fondos Comunes. Y, además, haciendo hincapié en la Cooperación Estructurada Permanente. En realidad, este concepto ya estaba incluido en el tratado de Lisboa, pero en aquel momento hubo muchas reticencias a la hora de aplicarlo para no crear una Europa a distintas velocidades. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que, en el campo de la defensa, no todos los países tienen el mismo compromiso, ni la misma base industrial, ni el mismo presupuesto, por lo que parece lógico que se pueda hablar de una Cooperación Estructurada Permanente para los Estados miembros que cumplan criterios más elevados de capacidades militares y deseen suscribir compromisos más vinculantes en materia de defensa. Como bien dice la propia Comisión Europea, la soberanía sigue siendo de los Estados miembros a la hora de decidir sus capacidades militares, pero si queremos trabajar en aras de una Política Común de Seguridad y Defensa, la propia comisión puede y debe actuar para mejorar las capacidades militares de la Unión, especialmente en un momento en el que los presupuestos de defensa han sufrido mucho a causa de la crisis económica y son más necesarios que nunca métodos que mejoren el coste/eficacia. —¿Qué dice exactamente el Plan de Acción que complementa la nueva Estrategia Global de Seguridad? —Lo que ha definido este Plan, aprobado por el Colegio de Comisarios el pasado noviembre, es la posibilidad de crear dos tipos de ventanas o secciones a la hora de hablar de financiación. La primera, dedicada a la I+D+i, está enfocada a desarrollar aquellas tecnologías que Europa necesita para hacer frente a los retos de seguridad y que provienen tanto de fuera de nuestras fronteras como del corazón mismo de Europa. La segunda estaría dedicada a la obtención en sí de las capacidades, algunas asociadas a las tecnologías desarrolladas en la sección de investigación y otras a aquellas carencias militares que se hayan identificado dentro de la propia Unión (como el reabastecimiento en vuelo o el transporte aéreo estratégico, cuya necesidad ha quedado de manifiesto en operaciones en las que hemos tenido que echar mano del apoyo de Estados Unidos). Si un grupo de países decide equiparse con ellas de forma conjunta, el Plan considera que puede hacerlo. Marzo 2017 Revista Española de Defensa 37


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