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cionando en titulares el hallazgo de «unas cuantas reliquias de las víctimas», detallaba una relación de cartas y documentos 62 encontrados en el «Cementerio de los mártires», que «habremos de entregar a las familias que los reclamen para su conservación». Entre ellos figura una «carta de Esperanza y Marina (de Villagarcía) a Telesforo». Si esta información llegó de forma equivocada hasta sus padres, se entendería el estupor que ocasionó hasta que pudo ser desmentida. Máxime cuando está demostrado que Espinel se hallaba prestando servicio en Melilla al poco de producirse la debacle. El día 14 de octubre, se incorporó a Melilla la escuadrilla del capitán Luis Moreno Abella, dando fin al periodo en el que la escuadrilla de Buruaga llevó en solitario el peso del apoyo aéreo. Por entonces se estaba trabajando a marchas forzadas para trasladar el aeródromo provisional de la Hípica al campamento de Nador. Tras el desastre de Annual, se promovieron numerosas medidas populares para reforzar la precaria situación de nuestras tropas en Melilla. Una de las iniciativas más célebres fue concebida por un oficial de la Guardia Civil; apareció publicada en la página 11 de la edición de ABC del jueves 4 de agosto de 1921: Murcia 3, 11 mañana. El capitán de la Benemérita Sr. Martínez Vivar ha propuesto que, para auxilio del Ejército de África, y como estímulo patriótico, cada provincia española regale en plazo inmediato un aeroplano. Cada aparato ostentará el nombre de la provincia donante, y al efectuar su primer viaje a Marruecos, irá cargado de obsequios para los soldados naturales de la respectiva provincia. Murcia aspira a ser la primera que lleve a la práctica esta generosa idea. Espinel era uno de los pilotos que se encargaba de trasladar por aire el preciado material, tan generosamente donado. Pero uno de los traslados fue especialmente complicado: sobre el Estrecho, le sorprendió una densa niebla, y la brújula se le averió. Fueron momentos de completa desorientación, no sabiendo qué rumbo llevaba, ni tampoco la posición exacta del sol. Tras un rato de angustia, se topó con un claro y picó hacia él; de inmediato buscó un lugar adecuado para tomar tierra y se posó sobre un campo de labranza. Bajó del aparato y divisó a un campesino, al que preguntó qué lugar era aquel. Resultó que había aterrizado a unos cinco kilómetros de Orán. La mecánica y la enseñanza En los exámenes verificados el 28 de febrero de 1922, Espinel fue declarado apto para el ascenso a suboficial, y en mayo de ese año fue ascendido a suboficial de complemento de Intendencia (18). Hombre templado, inteligente, seguro de sí mismo, comunicativo y con buen don de gentes; todas estas cualidades ya le señalaban como adecuado candidato para la delicada y fundamental labor de la docencia. Fue destinado como agregado a la Escuela de Transformación de Cuatro Vientos, en funciones de ayudante de profesor, bajo el mando del capitán Luis Moreno Abella, marqués de Borja, con quien había coincidido pocos meses atrás en Melilla como hemos visto. Sabemos que su partió de Melilla para incorporarse a su nuevo destino hacia el 5 de noviembre de 1921, según se informó en la página 7 del diario madrileño El Sol de fecha 06.11.1921. Es muy probable que durante esta etapa fuese instructor de los alumnos de la segunda promoción de pilotos de tropa, que previamente habían realizado el curso de piloto elemental en el aeródromo de Gamonal (Burgos). Entre ellos figuraba José María Ansaldo (19), con quien forjó una sólida amistad que sería decisiva para Espinel en tiempos de penuria tras la guerra civil. En diciembre de este mismo año parece ser que se rectificó una orden firmada el 16 de mayo anterior, en el sentido de otorgarle el empleo de Suboficial del Ejército activo, en vez de Complemento (20). Telesforo Espinel, José Canudas y Ernesto Navarro en la Alhambra de Granada, mayo de 1922. Espinel acababa de ser ascendido a suboficial de Complemento y Navarro se encontraba en el aeródromo de Granada. Álbum de Telesforo Espinel, Archivo Histórico del Ejército del Aire (AHEA) En 1923, Espinel estuvo agregado a la escuela de pilotos de Burgos (21), ejerciendo como encargado de taller y profesor de vuelo, bajo el mando del capitán observador de aeroplano Manuel Loma Arce. De la alta calidad de su enseñanza fue especial beneficiaria la promoción de pilotos de tropa cuyo nombramiento para asistir al curso se había producido por orden de 16 de mayo de ese año (D.O. n.º 107 de 17 de mayo de 1923). Entre ellos destacaron José Salvo Safont, Dámaso Álvarez Monteagudo o José María Gómez del Barco, este posteriormente condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando. En abril del siguiente año 1924, Espinel regresó a la Escuela de Transformación de Cuatro Vientos, de nuevo, como profesor de vuelo en aparatos de Havilland con motor Hispano de 300 CV, a las órdenes del capitán del Cuerpo de Intervención y piloto Luis Martínez Delgado (22). Espinel, con mono de vuelo de invierno, probablemente en Gamonal durante el invierno de 1923-24; quizá el otro aviador con mono es Manuel Loma Arce, director de la escuela. El avión es un de Havilland DH-9A con motor Napier. Álbum de Telesforo Espinel, Archivo Histórico del Ejército del Aire (AHEA) La excelencia profesional: los años en La Torrecica En julio del año 1923 el Rey Alfonso XIII había autorizado al Ministerio de la Guerra para que, sin las formalidades de subasta, y previo concurso, se contratase con empresas particulares la enseñanza de pilotos militares, con sujeción a unas bases acordadas. Así, el Ministerio celebró el concurso y dicho servicio fue adjudicado a la Compañía Española de Aviación (CEA), que aceptó un campo donado por Albacete al Ramo de Guerra. Denominado como La Torrecica, en él instaló la escuela de pilotos aviadores, que


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