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El jefe de vuelos Espinel ayudando a dos pasajeros a subir a bordo de un de Havilland DH-83 Fox Moth del Servicio de Fotogrametría Aérea del Catastro, dependiente del Ministerio de Hacienda. Álbum de Telesforo Espinel, Archivo Histórico del Ejército del Aire (AHEA) 67 cipal elemento gráfico para la formación del catastro. Esta modernización sería clave en la reforma catastral, ya que disponiendo de datos más exactos podría reducirse notablemente el fraude por parte de los propietarios de las tierras. A tal efecto se creó el Servicio de Fotogrametría Aérea del Catastro, dependiente del ministerio de Hacienda. El director general de Aeronáutica Civil, Arturo Álvarez-Buylla, designó como jefe de dicho Servicio a Ismael Warleta, y este a su vez ofreció el cargo de secretario a Espinel, quien por prestigio y el hecho de contar con una amplia experiencia en materia de fotografía aérea, era la persona ideal para constituirse en el brazo derecho de aquel. Espinel ejercería además de jefe del servicio de vuelos, dotado de fiables avionetas de Havilland, Fox Moth y Major, que se adquirieron para poder realizar la tarea. Este tipo de vuelos, de fotografía estereoscópica y que permitía determinar el relieve del terreno de una forma mucho más rápida y económica que el tradicional trabajo topográfico sobre el terreno, fue llevado a cabo por un escogido grupo de notables pilotos; además de Espinel, figuraban en él José Corrochano Márquez, Lorenzo Richi Álvarez, José María Gómez del Barco o Buenaventura Pérez Porro. En mayo de 1934, Warleta fue sucedido en el cargo por el ingeniero aeronáutico y piloto militar José Pazó Montes, notorio por la asociación que estableció con su buen amigo el también ingeniero Arturo González Gil para la creación de las célebres avionetas Gil-Pazó. José Pazó se mantendría en el puesto hasta poco después del estallido de la guerra civil. La Guerra Civil: problemas de salud imaginarios y reales Según consta en una declaración jurada que prestó en Madrid el 19 de abril de 1939, la guerra sorprendió a Espinel en situación de retirado y con destino en el Servicio de Vuelos y Fotografía Aérea de la Dirección General de Propiedades y Contribución Territorial, Ministerio de Hacienda, donde ocupaba el cargo de secretario técnico. Más concretamente, el día 18 de julio se hallaba en Villaviciosa de Odón, e intentó trasladarse a Madrid sin poder conseguirlo. En el documento citado se argumentaba que, ante la información que le hicieron llegar de que las milicias del pueblo pudiesen recabar sus servicios, se fingió enfermo, y así permaneció hasta el día 25, en que pudo viajar a Madrid. Nada más llegar, y como primera medida, guardó cama hasta tener conocimiento de la situación, y siempre con la intención de que «el Gobierno Rojo no utilizara mis servicios ni como aviador ni como militar». Se puso en contacto telefónico con su jefe del Servicio, el comandante Pazó, quien fue a visitarlo el mismo día y le puso al corriente de lo que estaba sucediendo. Varios de sus compañeros del Servicio de Vuelos (José Corrochano, Silvio Lureña y José Díaz Guisasola) prestaban servicio con normalidad. «Juzgué entonces la conveniencia de continuar en cama, dando a entender y consciente del peligro que ello suponía, mi desafección a la causa roja». Así permaneció unos quince días, desoyendo los reiterados llamamientos que las autoridades realizaron «a los pilotos y a los militares». Finalmente, acudió a su oficina, pero a los pocos días, el Comité de Incautación le denegó el acceso «por considerarme desafecto». «Desde ese día me recluí en mi casa, de donde no volví a salir hasta el mes de abril de 1937, en que fui requerido por el jefe del Servicio don Nicolás María Dalmau (28), y ocupado en trabajos de oficina». Como medida de precaución, muy común en aquellos días, tuvo un especial cuidado en deshacerse de todos los


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