Mis Fieles Regulares
(Museo Específi co de Regulares, Ceuta. Coloreada por Eugenio Granados Frías)
en el Protectorado, y que costaría mucha sangre.
Se hacía necesario conquistar para después
pacifi car, es decir, primero la acción militar y
después la política. Los sucesos del Monte Gurugú
hicieron necesario el envío urgente de tropas
para salvaguardar la integridad de Melilla, y se
embarcaron unidades compuestas por reservistas
que, por su edad, muchos tenían familias a su
cargo; sindicatos y partidos de la oposición se
mostraron disconformes con la medida, dando
lugar a disturbios en varias ciudades peninsulares
que desembocaron en la semana Trágica de
Barcelona.
El sistema de reclutamiento era injusto, pues
solo los hijos de los más desfavorecidos de la sociedad,
y en especial del ámbito rural, acudían al
Servicio Militar obligatorio por largos periodos de
tiempo, dilatándose posteriormente mediante las
reservas, lo que los mantenían en una constante
zozobra e inseguridad que les impulsaba, en muchos
de los casos, a la emigración hacia países
hispanoamericanos. Los quintos que se incorporaban
al ejército, además de sentirse desplazados
y obligados a la inmersión en el desconocido
mundo castrense, estaban mal equipados,
vestidos y alimentados, peor instruidos y escasos
de preparación para hacer frente a cualquier
eventualidad bélica en la que se pudiera ver implicada
España, tanto en el interior como en el
exterior.
Había que buscar soluciones imaginativas.
Desde 1909 hasta 1927, la documentación del
Congreso de los Diputados nos deja una amplia
representación de los extensos debates del arco
político del momento, sobre propuestas y alternativas
para sustituir al ejército metropolitano allí
desplegado. Los diputados, ministros e incluso jefes
de Gobiernos defi nían en sus alocuciones a
este futuro ejército como Colonial, a pesar de lo
cual en la escasa legislación resultante de aquellos
largos e interminables debates, únicamente
apareció con tal denominación en 1918, en el
decreto y posterior ley de reorganización del ejército,
empleándose otras denominaciones eufemísticas
como ejército español en África, acción
en Marruecos etc., porque en realidad, Marruecos
nunca fue una colonia, si no un protectorado.
Las propuestas más debatidas fueron: recluta
del voluntariado, la que más interés suscitó, a
pesar de tratarse de la más difícil de alcanzar;
penados en batallones disciplinarios; nativos de
la zona y la de mayor rechazo, legión extranjera
tipo francesa.
Pero todas pasaban por el mismo problema:
con el fi n de atraer a jóvenes hacia este ejército,
la soldada debía ser igual o superior a lo que ganaba
un guardia civil, lo que suponía un enorme
desembolso para la depauperada hacienda gubernamental,
sin que por ello se obtuviera ningún
benefi cio más allá de la repatriación de una míni-
Agosto - 2021 Armas y Cuerpos Nº 147 67