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dejó claro desde el primer momento en el que se
dirigió a nosotros que ese año no iba a ser fácil.
Era un hombre duro, directo y fi rme. Sus advertencias
tardaron poco en hacerse realidad, pero
fue algo que, viéndolo desde la perspectiva de
hoy, era totalmente necesario. Para formar militares
a partir de adolescentes tienes que romper
con la vida que llevabas antes. No es algo fácil
ni agradable, pero si no lo haces desde el primer
momento, estos futuros militares tendrán un lastre
durante el resto de sus carreras. Ese año aprendí
bien el signifi cado de muchos de los artículos
del Decálogo del Cadete que tantas veces me
ha servido de constante guía, como el articulo IV
“Ser fi el cumplidor de sus deberes, y exacto en el
servicio”.
El simple hecho de pasar primer curso era toda
una recompensa para mí. Sin embargo, las recompensas
por el duro trabajo se sucederían casi
sin darme cuenta. En segundo y tercer curso fui
nombrado cabo galonista, un pequeño premio
al estudio y de repente, llegó la deseada estrella
de alférez. Tuve la suerte de que mi padre pudiera
entregarme el despacho de alférez en el patio
de armas de la Academia General Militar. Todo
un orgullo que aun hoy en día me produce felicidad
cuando lo recuerdo.
A mediados de tercer curso tuve que tomar
una de las decisiones más importantes, pues iba
a marcar mi futuro profesional. La elección de
arma no suele ser algo fácil. Dos años estudiando
en la Academia sirven para conocer la propia
Academia, pero no tanto las diferentes Especialidades
Fundamentales del Ejército de Tierra.
Desde que ingresé en la Academia, me llamaba
la atención el Arma de Caballería por los medios
que empleaba. Reunía medios blindados ligeros
como el Vehículo de Exploración de Caballería
(VEC), y medios pesados como el Carro de Combate
(CC) Leopardo 2E. Sin embargo el Arma de
Infantería también tenía medios blindados y acorazados,
por lo que este aspecto no fue determinante
en mi decisión.
Mis instructores incidían constantemente en
la idea de que tenía que elegir Arma por las misiones
que quería desempeñar. Y es totalmente
cierto, lo que caracteriza a una Especialidad Fundamental
no son los medios que emplea, sino sus
misiones. Entonces la Caballería me volvió a cautivar.
Un Arma de maniobra con misiones de reconocimiento,
seguridad y contacto, muchas veces
alejado de tropas propias permitían una libertad
de movimiento y un uso de la iniciativa que ninguna
otra Especialidad Fundamental ofrecía. Lo
tenía claro, ¡Caballería!
Sin saber muy bien por qué, la elección trajo
consigo una felicidad diferente, especial. Tal vez
sería por los nuevos compañeros de especialidad,
con los que sabía que iba a compartir gran
cantidad de experiencias, por la emoción de las
nuevas asignaturas y maniobras que nos venían o
simplemente por pasar a una de las últimas fases
de la Academia. En cualquier caso, lo importante
es que estaba contento y motivado para lo
que estaba por venir, que no era poco. Las maniobras
de Caballería nos sacaron del conocidísimo
Campo de Maniobras de San Gregorio para
llevarnos a Valencia y Ceuta, ésta ultima ciudad
totalmente desconocida para mí hasta ese momento.
Pero no fue hasta quinto curso, cuando realicé
las prácticas externas en el Grupo de Caballería
Ligero Acorazado (GCLAC) II/4 “Húsares de la
Princesa” del Regimiento Acorazado (RAC) “Pavía”
nº4 y en la Academia de Caballería en Valladolid,
cuando pude por fi n empezar a entender
el signifi cado del “Espíritu de la Caballería”1.
Es un resumen perfecto del modo de actuación
de una Unidad de Caballería, pues su empleo en
combate ya sea en un avance para el contacto
o en una acción retardadora, implica siempre
una voluntad fi rme de sacrifi carse en benefi cio
del conjunto de las Unidades con las que despliega,
si llegase el caso. Ejemplo paradigmático de
actuación del jinete fue la de los héroes del Regimiento
Alcántara en julio de 1921, protegiendo la
retirada de las tropas españolas en el Desastre de
Annual, con más del 80% de la Unidad causando
baja en combate.
Una nueva ciudad, nueva Academia, nuevas
experiencias y nuevos compañeros en nuestra
pequeña familia. A los compañeros de Zaragoza
se nos unieron tres más procedentes de promoción
interna con titulación junto con uno de
Corea del Sur y otro de Perú. Fue el año de conocer
los aspectos tácticos del empleo del Arma
80 Armas y Cuerpos Nº 147 ISSN 2445-0359