ENTREVISTA
en un símbolo y ha sido donado al Centro
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Memorial de las Víctimas, en Vitoria,
¿Qué significa para su familia?
Él manejó muchos monopatines a lo largo
de su vida. Pero con el que se apoyó para
defender a aquellas personas fue con el
que murió. A los que visiten el Centro Memorial
les puede gustar. Siento alegría de
que esté expuesto ahí. Para mí, Ignacio
está presente en su ser y en su conducta,
las cosas materiales no son importantes.
Hay militares en misiones que algunas
veces dan su vida por los demás. ¿Es
igualmente aplicable a Ignacio?
Los militares están en sitios donde hay un
riesgo permanente. Ignacio, sin embargo,
se encontró con una situación poco probable.
Se había condicionado a sí mismo,
porque en el atentado de Westminster, en
marzo de 2017, murió un policía mientras
el otro se quedó en el coche. Ignacio decía
que, si él hubiera estado allí, ese policía
estaría vivo. Esa reflexión le condiciona y
le obliga a actuar como lo hizo. Él sabía
lo que tenía que hacer, como los militares
que van a una misión saben también lo
que tienen que hacer.
Tenían familia militar…
Los cuatro hijos de mi abuelo fueron oficiales,
y dos de ellos decidieron seguir en
el Ejército hasta llegar a la reserva como
coroneles. Joaquín Echeverría, mi tío, era
uno de ellos, y pasó a la historia porque
hizo el primer salto con paracaídas en
modalidad militar. En Alcantarilla (Murcia),
hay una placa que lo recuerda.
La actuación de Ignacio ha merecido
numerosos reconocimientos, tanto en
España como en el Reino Unido. ¿Han
sentido el cariño de la sociedad?
Las muestras de cariño son inmensas. La
muerte de Ignacio se puede interpretar
como la muerte de un estúpido que se expuso
por defender a personas que ni siquiera
conocía, pero afortunadamente lo
que ha trascendido en la opinión pública
es que lo que él hizo es digno de admiración
y tiene mérito. Eso es de agradecer.
¿Qué mensaje le transmitiría a su hijo,
que nunca pudo hacerlo?
Le diría que estuvo bien (emocionado).
Aprobaría su acción. ¢