NACIONAL
cuando demostraron que podían arrostrar
mi enojo.
Dichos alumnos son: Alférez D. Francisco
Franco Cuadros; alumnos D. Ramón Morales,
D. Isidro González, D. Amable Escalante, D.
Cristóbal Castañeda, D. Martín Hacha, D.
José Brujeda, D. Eduardo Hernán Gómez, D.
José Valero Barragán, D. Santiago Basols, D.
Nicolás Campaner, D. José Galbis, D. Rafael
Carbonell, D. Ricardo Ballenilla, D. Vicente
García Cabrelles, D. Nicolás Díaz Saavedra,
D. José Selgas, D. Julio Suso, D. Esteban
Rovira, D. José Armiñán, D. Fernando Rich,
D. Emilio Villaralbo, D. Joaquín Hidalgo y D.
Antonio Esteban.
Cuentan que el general Galbis, la noche
en que el incendio lo devoraba todo y que
la techumbre y paredes del Alcázar se derrumbaban
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víctimas de las llamas, les dijo
a las personas que estaban con él organizando
la difícil extinción, viendo a sus
cadetes desobedecer su orden: «Pero,
¡qué bravos son estos chicos! Habrá que
perdonarles que alguna vez no me obedezcan,
pero se lo diré, vaya si se lo diré».
Vicente García Cabrelles terminó sus estudios
en la Academia General Militar el año
1888 y, a partir de ahí, comenzó su andadura
militar. Una andadura que lo llevó en
los brazos de los vientos que soplaban en
aquellos duros tiempos que le tocó vivir;
y si hablamos de finales del siglo XIX, no
hay más remedio para un soldado español
que hablar de Cuba, Filipinas o África.
Así que el 10 de octubre de 1890 embarca
en el puerto de Cádiz en el vapor crucero
Alfonso XII, y desembarca en La Habana
el día 29 del mismo mes. En Cuba prestó
servicio en la Sección Topográfica, en el
10º Batallón de Artillería de Plaza, y en la
Batería de La Reina.
Pero si queremos saber por qué su nombre,
por orden del general Galbis, debe
ser recordado para siempre no es en Cuba
donde debemos buscar, sino en el norte
de África; donde nuevamente, movido por
los vientos de los momentos que le tocaron
vivir, embarca en Cádiz el 14 de octubre
de 1893 en el vapor San Agustín, junto a su
Regimiento de Infantería «Extremadura»
nº 15, con destino a Melilla.