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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 858

tamente coordinados desde el Kremlin, penetraron en la administración pública y el sistema bancario del país hasta el punto que el primer ministro estonio consideró, aparentemente, invocar el Artículo 5 del Tratado de Washington5. Esta toma de conciencia medió para que la Alianza aprobara su primer Concepto de Ciberdefensa y articulara su primera Política de Ciberdefensa, avaladas por los jefes de estado o de gobierno de la OTAN en la Cumbre celebrada en Bucarest en abril de 2008. Precisamente, este encuentro que reconocía “… el compromiso en mejorar los sistemas clave de información aliados contra ciberataques … compartir las buenas prácticas y proporcionar la capacidad de asistir a los países aliados –bajo petición– para contrarrestar un ciberataque.” 6 sentó las bases de la denominada Ciberdefensa 1.0. Basada en los principios de subsidiariedad (para evitar en lo posible el free-riding en la generación de cibercapacidades), no duplicación (para evitar el división de esfuerzos) y seguridad (para garantizar la trasparencia y confianza mutuas). Ello medió para que la ciberdefensa empezara a tener su propio espacio en la agenda político-militar aliada hasta consolidarse en el Concepto Estratégico de 2010, presentado en la Cumbre de Lisboa. Aunque la gestación del nuevo Concepto Estratégico estuvo plagado de contratiempos y controversias entre los aliados7, éstos –quizás tras evidenciar durante la guerra entre Rusia y Georgia de verano de 2008 que los ciberataques podían apoyar la conducción de operaciones convencionales– asumieron la importancia estratégica del ciberespacio para la seguridad euroatlántica. Asumiendo que el entorno cibernético estaría presente en los conflictos futuros, la OTAN se dispuso a generar las capacidades necesarias para detectar, evaluar, pre- REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Noviembre 2016 927


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