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MEMORIAL DE CABALLERIA 79

Historia 83 HISTORIA Sobrecogido por el hecho, y viendo en ello una señal divina, arrepentido de su azarosa vida deci-de ingresar en un convento cercano a dicha ermita, dedicándose al cuidado de enfermos y ancianos. Todos los años en el aniversario de su huida, y con el permiso del prior, bajaba hasta la ermita para depositar a los pies de la virgen una rosa roja en recuerdo de aquel día, que él mismo cultivaba en el huerto del convento. Siendo ya anciano, una tarde, casi anocheciendo, el exbandido «Zamarrilla» iba andando ca-mino de la ermita para cumplir su promesa cuando fue atacado por unos salteadores, quienes, al no hallar en el monje objeto de valor alguno, le apuñalaron hasta dejarle mal herido. «Zamarrilla» cae a tierra y, antes de morir, ve cómo ante sus ojos se le aparece la Virgen que le abre las puertas del cielo. Antes de expirar levanta su rosa roja para dársela a la Virgen, y ve con asombro cómo el color de esta había tornado su color rojo por un blanco resplandeciente. Al no regresar al convento, la comunidad salió en su búsqueda. Al amanecer, unos labriegos hallaron al borde de un camino próximo a la Ermita el cuerpo sin vida de un anciano. Vestía un tosco sayal de penitente y no le apreciaron signos de violencia ni herida alguna. Pero a todos sorprendió la dulce sonrisa que emanaba de sus labios, hallando entre sus manos una rosa blanca. Otros relatan que logró zafarse de su asesinos y que, gravemente herido, logró llegar a los pies de la Virgen depositando dicha rosa roja. Inmediatamente, ante sus ojos esta cambió su color por un blanco impoluto, lo que significaba que la Virgen le había perdonado sus pecados, y ante esa visión murió en paz. A día de hoy, en recuerdo de este hecho, en la noche del Jueves Santo salen los cofrades de la Hermandad de la Zamarrilla ataviados con capirotes rojos; y la imagen de la Virgen María Santísi-ma de la Amargura Coronada (Zamarrilla) que porta durante todo el año en el lado izquierdo de su pecho una rosa roja, muestra solo el Viernes Santo una de color blanco en recuerdo del perdón que Dios, hecho hombre, con su muerte concede a los hombres. Hasta aquí la leyenda, mantenida presente en el sentir popular, aunque no exista testimo-nio alguno que lo avale fehacientemente. Ello induce a pensar que este insólito prodigio es hijo de la prolija imaginación de las gentes, un caso más de un fenómeno cultural de transmi-sión oral. Sin embargo, sí están documentadas las andanzas de Cristóbal Ruiz, «Juan Zamarrilla» en la leyenda popular, casado con Isabel Ra-mírez González, cuya carrera como bandolero comienza con la condena a garrote vil por un asesinato, que le fue conmutada por la de cárcel y trabajos forzados en la carretera de Motril. Al intentar huir fue prendido e ingresó en la cárcel de Montilla, en Granada. Un personaje de esta localidad le liberó para que trabajase en sus tierras y redimiese su pena. No obstante, «Zamarra» volvió a las andadas e intentó asesinar al secretario del ayuntamiento por lo que hubo de huir al monte. Imagen de la Virgen de la Amargura «Zamarrilla», luciendo la rosa roja en el pecho y el fajín de general.


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