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Estudiantes de la University of Wisconsin en Madison que diseñaron el X-HAB (Foto: NASA) University y de la University of Bridgeport. Sus diseños se probaron en el Johnson Space Center. Al año siguiente, fueron cinco los equipos, pertenecientes a la California State Polytechnic University, la Oklahoma State University, la Texas A&M University, la University of Alabama y la University of Colorado. Sus sistemas podrían ser utilizados posteriormente en el hábitat DSH. Entre los desarrollados destacaron un controlador de energía universal, sistemas de almacenamiento dinámicos y una cámara de crecimiento de plantas. En 2014, los participantes fueron la University of Colorado, la Oklahoma State University, la Rice University, la University of Maryland, la University of South Alabama y la University of Wisconsin. Los estudiantes desarrollaron numerosas innovaciones para el DSH, entre ellas un sistema robótico, controlado a distancia, para el cuidado de plantas, un sistema de refrigeración, y un sistema de regeneración del aire. Además, se trabajó en el diseño de nuevos hábitats y su utilización en microgravedad. La competición continuó celebrándose en años posteriores, añadiéndose en cada caso varias novedades de interés. En la actualidad se ofrecen asignaciones de entre 10.000 y 20.000 dólares para el diseño, estudio o producción de elementos funcionales que ayuden a preparar mejor las futuras misiones interplanetarias. En 2017, por ejemplo, el certamen se amplió más allá del módulo habitación, y se trabajó en sistemas de impresión 3D, de obtención de agua por condensación, tratamiento de aguas residuales para alimentar plantas, producción de alimentos y regadío en microgravedad, eliminación de CO2, etc. El éxito de las convocatorias y la dedicación de los estudiantes aseguran un buen futuro para este tipo de iniciativas, que mezclan avances tecnológicos útiles para el programa espacial y experiencia práctica para los universitarios. ENSEÑANZAS PARA EL FUTURO Aún queda mucho tiempo para que veamos hombres dirigiéndose hacia Marte. Ello podría ocurrir en los años 30 del presente siglo (a menos que ciertas iniciativas privadas tomen la delantera a la NASA), y entonces es probable que la nueva tecnología disponible difiera bastante de la actual. El futuro habitáculo de exploración podría, pues, ser diferente a los modelos y prototipos en los que se está trabajando en la actualidad. Pero sea cual sea el aspecto final de estos sistemas, deberán mucho a las tareas que se realizan ahora en este campo. Algunas preguntas son tan válidas ahora como dentro de dos décadas. Por ejemplo, ¿qué tipo de comida consumirán los astronautas y cuál será la mejor manera de producirla en este tipo de misiones de larguísima duración? Los trabajos realizados en el programa de hábitats de la NASA pretenden contestar lo Un científico mide las características de las plantas cultivadas bajo luz de LED (Foto: NASA/Frank Ochoa-Gonzales) 1014 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Diciembre 2017


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