Page 93

Aeroplano_36

91 Volando para el Gobierno mexicano Young se dio cuenta de la gran oportunidad que podría suponer el volar sobre las líneas de los insurrectos y faci-litar información a las tropas gubernamentales, pues a conti-nuación de EL Paso, los Aviadores Internacionales Moissant iban a efectuar diversas exhibiciones en Veracruz. Puesto en contacto con los jefes de las tropas de Porfirio Díaz, sin me-diar contrato alguno ni tampoco comprometerse a un núme-ro determinado de horas de vuelo, Young Moissant aceptó la propuesta gubernamental de que sus aviadores realizasen vuelos de reconocimiento de los despliegues y movimientos rebeldes. Entre el 7 y el 10 de febrero se efectuaron los vue-los de reconocimiento visual sobre las líneas de Orozco. El primero fue realizado por el francés René Símon, observando una zona donde casi a diario se libraban duros combates. Pero la prensa norteamericana no se hizo eco de este hecho histórico. Sin embargo, cuando otro piloto del grupo, el nor-teamericano Hamilton, efectuó un corto vuelo a 100 metros de altura por encima del curso del río Grande, los periódicos de los Estados Unidos se hicieron eco con gran clamor de la noticia: «Por primera vez el hombre había sobrevolado un campo de batalla». Sería entonces cuando exclamaría: «AI volar sobre las tropas en la batalla de Juárez, pude haber aniquilado a todos, federales e insurgentes, en un solo día si me hubieran provisto de bombas». Hamilton murió de tuber-culosis a los 28 años de edad; en su corta vida aeronáutica había sufrido 63 accidentes. La aplicación militar de los vuelos de Roland Garros en México De todos los aviadores integrantes del grupo Moissant, sería el francés Roland Garros el que obtuvo mejores y mayores lecciones de los vuelos de reconocimiento sobre las tropas de Orozco. Junto a sus compatriotas Barrier y Simon diariamente volaba al sur del río Grande con un BIe-riot 50 durante prolongados espacios de tiempo. Estudioso sobre las posibles aplicaciones del avión en el campo mi-litar, se había entusiasmado sobre los resultados positivos alcanzados en las experiencias habidas en San Antonio. De todas formas, los vuelos de reconocimiento no afectaron a las buenas relaciones con los sublevados, que se mostraban encantados de poder observar las exhibiciones gratuitas de los intrépidos aviadores, pues, además, el único armamen-to lanzado contra los rebeldes, fueron paquetes de tabaco y naranjas, lo que pone de relieve el carácter amistoso que tuvieron las primeras operaciones aéreas de carácter militar. En su Guía del aviador, Roland Garros comentaría estas actividades diciendo: «Aquello nos permitió realizar intere-santes vuelos de reconocimiento sobre las líneas de las tro-pas insurgentes, que por otra parte parecían poco bélicas. De tales formas nuestras observaciones proporcionaban a menudo datos útiles al Gobierno de Porfirio Díaz. Esto suce-día en febrero de 1911 y puso de relieve que fuimos los pri-meros en demostrar la utilización militar del aeroplano». El 9 de marzo, mientras sus compañeros del equipo de aviadores Moisant se desplazaban hacia Veracruz, Roland Garros, a los mandos del aeroplano de El Buen Tono, voló desde Balbuena a Anzures para asistir en el restaurante Chapultepec a un almuerzo ofrecido en honor de las tripulaciones de una flotilla de la Armada francesa, compuesta por el acorazado Gloire y los buques de acompañamiento Conde y Admiral. Antes del atardecer, Garros, en el vuelo de regreso a Anzures, dejó caer un ramo de flores sobre el acorazado Gloire, insinuando que en lugar de flores pudo haberse tratado de un aparato explosivo que hubiese causado enormes daños a la embarcación. En Veracruz, el grupo Moissant se había instalado en los llanos de Santa Fe, próximos a la vía del tren, realizando vuelos los días 10, 11 y 12 de marzo. Aquí volarían al principio Simón y Barrier con sus Bleriot y por fin, dado que los vuelos se Roland Garros sobrevuela la Plaza de la Constitución de la capital de México efectuaban al nivel del mar, pudo elevarse Audemars con su Demoiselle. El 14 de marzo todos los miembros del Circo de Aviadores Moissant, desde el puerto de Veracruz, embarcaron en el va-por Champagne con destino a La Habana y Nueva York Roland Garros en el histórico Raid París–Madrid de 1911 El mítico Raid París-Madrid de 1911 fue en esa época, con sus 1.170 km de recorrido, la prueba aérea de mayor dis-tancia de las celebradas en los primeros años de la aviación y el mayor acontecimiento deportivo de la época, pues también era la primera prueba internacional. Esta carrera fue organiza-da por el diario Le Petit Parisien, que se había inspirado en el éxito de su competidor Le Matin al patrocinar la carrera aérea del Circuit de l´Est en agosto de 1910. Ahora, en la París-Ma-drid se ofrecía un premio de 200.000 francos al primero que llegara a la capital de España, 30.000 francos para el segundo clasificado y 15.000 para el tercero. En un principio estaban inscritos 28 arriesgados aviadores, aunque al final solo toma-ron la salida 8 de ellos: Le Lasseur de Ransay, Luis Gibert, Roland Garros y André Beaumont (con monoplano Bleriot XI); Jules Védrines, André Frey y Garnier (con monoplano Mora-ne- Borel), y Luís Émile Train (con un monoplano Train), fabri-cado por él mismo. La prueba se iba a iniciar el domingo 21 de mayo de 1911 con la partida desde el aeródromo de Issy-les-Moulineaux (cerca de París). El evento tuvo una espectacular afluencia de público, alrededor de 300.000 personas, que habían ido llegando desde antes del amanecer y contaba con la pre-sencia de numerosas autoridades. La primera etapa tenía 400 kilómetros y terminaba hacia el suroeste de Francia, en la localidad de Angulema. En la difícil segunda etapa había que sobrevolar los Pirineos con la meta en la ciudad de San Sebastián y la etapa final, de 462 kilómetros, finalizaba en Madrid, sobrevolando la sierra de Guadarrama.


Aeroplano_36
To see the actual publication please follow the link above